Capítulo 4

34 5 2
                                    

_ Joongie-ah, _ llama por sexta vez Mingi.

Hongjoong había llegado al departamento de Mingi, conteniendo todo dentro de su ser a pura fuerza de voluntad. Una vez dentro, caminaron hasta la cocina, Hongjoong se sentó automatíceme en el lugar que siempre lo hacía, en la primera butaca de la pequeña isla. Mingi frente a él, mirándolo consternado y sin saber qué hacer.

Mingi sabía que Hongjoong tenía una especie de enamoramiento por su compañero de cuarto. Él mismo se lo había dicho. Si Hongjoong lo pensaba bien, Mingi podía sacarle absolutamente todo sin siquiera intentarlo. Solo con míralo, o estando allí parado sin abrir la boca, Hongjoong abría su mente y su corazón como si fuesen un grifo. En situaciones así, se sentía como un alivio, un soplo de aire fresco en pleno desierto y bajo un sol quemante.

Y le conto todo. Incluso que Wooyoung, Yunho y San eran hombres lobos.

Bueno, está bien, se había dicho a sí mismo, le había prometido a Yunho, e incluso le iba a prometer a Wooyoung que no se lo iba a decir a nadie. Pero Mingi no era nadie. Era su primo, su confidente. Y pondría las dos manos en el fuego por él. Incluso atravesaría una hoguera si se lo pidiesen.

Sabía con una convicción pasmosa que Mingi no le diría nada a ningún otro ser humano. Que este secreto no iba a salir de estas cuatro paredes.

_ Estaban tan cómodos, Min. Era algo tan normal, que apenas y lo estaban intentando. Incluso parecía como si fuese otro Wooyoung. Uno vulnerable. Uno con todas sus defensas bajas, sin miedos o preocupaciones. Uno al que nunca voy a tener acceso _. Ocultando su rostro en sus manos con un suspiro entrecortado, agrega: _ Odio a San. Odio a Wooyoung. Me odio a mí mismo por odiarlos, _ las palabras salen amortiguadas por sus palmas.

_ No digas eso, Joongie. Esos son tus celos hablando. Y si estás enamorado, no vas a poder evitar sentirlos, _ dice poniendo el consuelo que le quiere transmitir a su primo en el tono de su voz. _ De todas maneras, no puedes llegar a una conclusión, sin antes hablar con Wooyoung.

Hongjoong vuelve a mirar a Mingi, con los ojos llenos de lágrimas, que empezaban a desbordarse por las comisuras, nublando su vista.

_ No lo entiendes, Min, _ dijo con voz ronca por el nudo en su garganta. _ La presencia de Wooyoung, su forma de ser, me llenaba de una seguridad implícita, pero al mismo tiempo tangible. Lo sentía como una cabaña en un paisaje idílico; montañas; un lago con aguas claras y tranquilas. Con un pequeño hogar a sus orillas; con muebles perfectos; cuartos perfectos; con mascotas sentadas a los pies de un perfecto sofá, mientras estoy sentado en el, con la ropa más cómoda que tengo, envuelto en una manta cálida y suave, y una taza de chocolate caliente entre las manos, con el ruido chisporroteante de una chimenea encendida, calentando todo el lugar _. Sorbiendo por la nariz, la cascada de agua salina cae sin ningún impedimento de sus ojos, manchando todo a su paso. _ Y él simplemente, y de forma activa, sin decirme nada, sin una explicación, me lo arrebato. Y se lo dio a otra persona.

Sin poder aguantarlo más, Hongjoong rompió en un llanto totalmente desgarrador, el dolor era puro y profundo _. Quiero que me... lo devuelva, Min. Pero no... no puedo decírselo... porque... porque no tengo ningún derecho. _ Dijo entre sollozos desesperados _. Solo soy... un amigo... No... peor... solo un simple compañero de cuarto.

Mingi rodeo la isla y llego hasta su primo, y lo abrazo fuertemente. Un brazo en sus hombros, mientras una mano plana acaricia su espalda.

Hongjoong le correspondió el abrazo, necesitando algo en que aferrarse. Sus manos se hicieron puños en la tela de la remera de manga larga, justo debajo de los omoplatos de Mingi, arrugándola. Y su rostro se hundió en la base de su cuello.

Mi lobo siempre le aulló a tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora