Capítulo 7

37 5 7
                                    

Wooyoung se encontraba de pie en la cocina, su espalda baja apoyada en el borde de la mesada, con un una taza de café con leche en la mano, mirando fijamente la puerta de la habitación de Hongjoong. Desde la noche pasada, Hongjoong no había salido de allí en casi doce horas, no había asomado la cabeza. Ni siquiera para ir al baño. Lo sabía porque había permanecido rondando de la cocina, al sofá, y del sofá a la cocina. Siempre con la intención de interrumpir el descanso de Hongjoong y ver si necesitaba algo.

No entendía lo que estaba ocurriendo. No comprendía que era lo que estaba pasando entre ellos. Pero si estaba seguro de dos cosas: Una era que Hongjoong se encontraba muy enfermo, no era un simple refriado, como le había dicho el mismo. Eso se veía a simple vista, Hongjoong poseía el aspecto de un fantasma. Y segundo, había algo extremadamente raro con su lobo. Incluso podría llegar a decir que, de alguna manera, él mismo se encontraba enfermo.

Y mientras pensaba en eso, su lobo le respondió con un golpe de su cabeza en su pecho: Ve a verlo.

_ Pero dijo que no lo molestara. Que lo dejara descansar, _ murmuro a su lobo.

Otro golpe, ve a verlo. Otro golpe, un aullido, ve a verlo.

Wooyoung mismo estaba preocupado por Hongjoong. Y a cada hora sin saber nada de él, o de cómo se sentía, esa sensación fue creciendo.

Ve. Golpe. Ve. Golpe. Ve. Golpe.

Sosteniendo la taza con suma fuerza, mientras apretaba la mandíbula produciendo un tic en ella, la intranquilidad dentro de él eclipsando cualquier otra emoción, e incluso cualquier pensamiento, o excusa del porque debería estar esperando por la aparición de Hongjoong. Su lobo mismo estaba empezando a robarle la cordura, y con ello la lógica de su parte humana.

¡VE! Gruñe mostrándole los dientes, enojado con Wooyoung por no escucharlo.

Los ojos de Wooyoung se volvieron dorados, y la taza en su mano estallo en trozos de todos los tamaños, cayendo al piso mientras lo que quedaba del líquido empapaba su mano.

Dando un paso al costado, extiende la mano para lavarse las manos, y luego de secarse con un repasador, sin importarle los pedazos de la taza esparcidos en el suelo, camina hasta la puerta cerrada que lo separaba de Hongjoong.

Entra, por favor. Pide su lobo con un aullido de súplica, arañándole salvajemente el pecho, produciendo punzadas de dolor.

Si esperar más, su mano empuja el picaporte hacia abajo, abriendo la puerta.

_ Oh, Dios, _ exhala con un suspiro entrecortado.

Lo primero que sintió fue el tremendo aire caliente y pesado concentrado en el lugar. El contraste del aire entre la habitación de Hongjoong con el living, lo hizo sentir como si su cuerpo hubiese sido arrojado directamente al sol, incluso un par de respiraciones fueron robadas de sus pulmones, tratando de adaptarse al ambiente.

Pero cuando sus ojos se posaron en la cama, un quejido de sorpresa sale desde lo más profundo de su ser, mientras un terror inhumano lo envuelve, ahogándolo, hundiendo sus entrañas.

_ ¿Hongjoong? _ Susurro con el corazón en la garganta.

No podía ver ni un centímetro del cuerpo de Hongjoong, solo podía ver frazadas extendidas y apiladas sobre él. Y escuchar el leve zumbido del aire acondicionado encendido.

Ve con él. Sálvalo.

A pesar de que quería correr hacia donde estaba Hongjoong, dio pequeños pasos, temeroso de lo que pudiera encontrar debajo.

Mi lobo siempre le aulló a tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora