5. A por esa presa

59 4 0
                                    

NARRA ERIS

No sé por qué se me ha ocurrido ir a ver a Poe Verne a su casa de niños podridos de dinero pero tengo que reconocer que su niñera cocina de lujo.
Si te sirve de algo, tampoco sé porqué se me ocurrió hace unas semanas ir a casa del tío más buenorro y cruel de los Novenos.

Volviendo al rubio, en lo que restó de día, hasta que ambos nos aburrimos de vernos demasiado, estuvimos jugando a las damas: las fichas blancas simbolizaban las presas y las negras a nuestra manada.

Perdí.

Yo tenía las fichas blancas.

Ahora voy caminando, detrás de la chica que será mi mano maestra para ganar la mejor competición del mundo. Aunque ahora mismo mi mayor enemigo es el sudor que lucha por empezar a caer por mis manos. No son nervios. Tampoco estrés o ansiedad.

—Espera, yo te ayudo —le digo nada más verla cargada con la mochila rota en las manos e intentando abrir la puerta de la librería.

—Gracias. Me llamo Security —me sonríe con una cara que enamoraría a cualquiera menos a mí.

—Yo soy Eris. Encantada.

Respondí con falsa amabilidad, ya entrenada por los años de cacería que llevo encima.

Nada más pasar después de ella siento un empujón en la espalda y un olor a colonia cara que me gusta todavía menos.

—Hola Security, ¿cómo andas?

La aludida se gira para responder—:Oh, ¡hola Damián!

No me lo puede creer. Estoy cabreada como yo sola con el pelinegro ladrón.

Pronto, me percato de que no está sólo.

—¿Conocéis a Eris?

Maldita seas Security.

POE VERNE, ¡DÉJAME!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora