1. Corre, corre que te pillo

311 10 0
                                    

Narra Eris:

Qué bien está lo que mal acaba.
A no, espera, ¿era al revés?
Bueno me da igual.
Todo me da igual, excepto que Damián Fox me robe a la presa de este año.
¿Qué? ¿No me digas que no te lo veías venir? Últimamente se me está haciendo costumbre. Ya sabes, el hecho de adelantarme al cazador. El ser mejor que cualquier otro noveno. Sin embargo, la cima cada vez se me hace más cuesta arriba.

Asfil siempre ha sido ese pueblito maravilloso con un secreto oculto aunque eso ya lo sabes, sino no estarías aquí, conmigo, entre nosotros como un fantasma que lo sabe todo sobre nosotros. Pero, ¿de verdad lo sabes todo? ¿Sabes de lo que seremos capaces si te pones en nuestro camino? ¿Eres verdaderamente consciente de lo que significa ser un noveno?
Tal vez creas saberlo. Tal vez juegues a un juego con nuestros nombres. Sin embargo, no nos conocemos porque posiblemente tampoco te conozcas a ti.

—¡Genial! El engreído rico del pueblo se une a mi cacería pero no se adelantará a que yo coja mi presa —expongo en voz alta, saliendo del hilo abismal de mis pensamientos, al mismo tiempo que salgo disparada (sin correr, sólo caminando algo rápido) hasta interponerme entre los dos patéticos de turno.

Mi presa se aleja sin enterarse de lo que ocurre a su espalda, cosa que agradezco en este momento enormemente. Mejor que no vea como me enfrento a la realidad oculta de Asfil que, valga la redundancia, también es mi naturaleza.

—Eris... —saluda el pelinegro despeinado—. Nos vemos luego.

—Sí, eso, hasta luego... —intenta escaparse también el rubio.

—Alto ahí muchachos —digo alzando la voz. Por suerte, los aldeanos nos ignoran o brillan por su ausencia. Nos reconocen por el tono y las formas cambiantes de nuestra personalidad. ¿Quién diría que se han acostumbrado a nosotros casi tanto como nosotros a ellos?

Ambos siguen cambiando, ignorándome, charlando calmadamente de algo incomprensible: el tiempo.

—¿Quién os ha dado vela en este entierro? —Arqueo la ceja.

No se detienen.

—Oye, capullos, que sigo aquí —levanto un poco más la voz y agito un poco los brazos.

Se han alejado lo suficiente como para que siga intentando. Desisto, por ahora, aunque esto solo ha hecho más que empezar.
Gilipollas de turno: 1
Yo: 0

















.........
Primer encontronazo. ¿Qué crees que hará Eris?

POE VERNE, ¡DÉJAME!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora