—Bien, vamos de nuevo. ¿Por qué la mujer más importante para el país ha decidido escribir un libro de su vida? Digo, cualquiera que tenga acceso a internet puede informarse sobre su vida —el pelinegro frente a mi escritorio señalaba.
—Claro —contesté—. Puedes escribir mi nombre en internet y saldrán muchas cosas sobre mí, o por lo menos lo que yo decidí que saliera.
—¿A qué se refiere?
—Quiero confesar todo, o bueno, todo sobre lo que el mundo no sabe y estaría interesado por saber.
—Si es el caso, pero puedo hacer una última pregunta.
—Dime.
—¿Por qué yo? —El pelinegro estaba sacado de sus cabales. No entendía por qué él, pero tampoco se lo iba a responder.
—Si prometes escuchar y no juzgar, te prometo contestar todas tus preguntas ahora. Te contaré mi vida, o el lado que ya nadie conoce. Todos los que están involucrados han muerto, y a mí no me queda mucho más, así que lo quiero hacer, lo debo hacer.
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No recuerdo mucho de mi vida. La verdad es que siempre tuve unos padres muy amorosos. Y aunque tuvimos más de una cultura, siempre me interesó todo sobre la tierra en que yo nací. Siempre tuve amor por la vida, por la naturaleza. Era una de las típicas niñas que lloraba si alguien mataba hasta un pájaro. Mis padres amaban eso de mí, y aunque no fue todo fácil como parece, siempre salí adelante. Pues como mi nombre lo dice, el camino es difícil, pero ¿qué en la vida no lo es?
Me apasionó el estudio siempre y el amor a la vida también, así que terminé convirtiéndome en una científica y defensora del medio ambiente. Entré en una ocasión en una charla de candidatura de uno de los hombres más importantes para el país, Andrés. Ahí estaba él, era joven igual que yo, acaso unos años de diferencia, pero su valor y amor al país dieron un giro inesperado en mi vida. Mi vida pasó de ser solo Claudia, a aspirar por más, y así comenzó mi vida en la política. Comencé tocando puertas como todos, bajo el calor del radiante sol, hasta que poco a poco fui consolidando mi nombre dentro de la política. Había creado puntos a favor y me había establecido como una de las principales contribuyentes del partido. Habíamos ganado territorio con mi amigo Andrés, pero aunque era mucho, aún no era suficiente. Tres años después nos estábamos lanzando en la primera campaña a la presidencia del país. El nombre de Andrés resonaba por doquier, pero cuando algo comienza a salir bien, siempre llega algo para sacudirnos.
En este caso era ella. Todos habíamos votado a favor de la ley a la salud pública, aunque habíamos llegado a un empate, todo se decidía con su votación. Era la primera vez que la veía, algo inexperta en mi opinión. Llevaba un traje negro ajustado a su cuerpo y su corte de cabello hasta la altura de los hombros. Al final votó a favor y aunque era de la oposición, todos sabíamos que había hecho lo correcto. A lo largo de su estadía comenzó a ganar popularidad ante todos. Xóchitl se había acomodado justo por debajo de mi nombre e iba amenazante a bajarme de puesto. Era inteligente aunque con algunos problemas orales, pero no fue hasta meses antes de las elecciones cuando por fin se acercó a mí. Recuerdo que estábamos sirviéndonos un café en la cafetería del congreso. Se acercó hasta mí saludando, correspondí el saludo y continué endulzando mi café.
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EL ARTE DE GOBERNAR
Fiksi PenggemarCLAUDIA POR XOCHITL, ENEMIGAS PÚBLICAS, AMANTES ANTIGUAS.