3. Infierno.

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La rabia que me daba cada que lo veo feliz con esos supuestos nuevos amigos suyos...Miraba cada vez más y más frames de él sonriendo, compartiendo su atención, tiempo y poder con todos esos personajes banales, a excepción de la familia real, cuyo mérito solo se encuentra desde su nacimiento. Rabia. Achaques eléctricos volvían locas a las consolas a mi alrededor mientras mis garras solo abrían betas en el monitor al descargar la frustración, tuve que respirar profundo varias veces o habría otro apagón en el círculo. Me senté en mi asiento de mando, con simples movimientos de mis dedos traje a mí las capturas de Alastor donde me dejó ver su rostro, censurando la cara de los nadaqueverientos que le rodeaban. Mi corazón latía recordando la vez que nuestra amistad dejó de ser lo que siempre pudo haber sido, estábamos solos en el salón de mi casa de ese momento, siempre vivimos separados, pero recuerdo con estima los días enteros en los que nos quedábamos en casa del otro, conspirando y rallando periódicos, gravando con nuestro primer casete...esa vez estábamos en mi sala...

—Yo no necesito eso. — me decía. Sonará irónico, pero a pesar del absurdo que sentía en su negación, mi mirada se volvía enamoradiza cuando se negaba a cambiar algo de él, lo admito, siempre creí que Alastor ya era perfecto tal como es, era tan contradictorio eso de mí...que no me extraña que no pueda dejar de pensar en él. Solté una breve risa amistosa.

—No es porque lo necesites amigo mío, es para resaltar aún más tu poder, para que saques provecho.

—Puedo sacarle provecho a otras cosas además de eso.

—Oh vamos... —le suspiré, sé que le gusta que le insistan, torcí el gesto de manera persuasiva para hacer énfasis. — sé que te encanta exprimir el potencial de todo. — sonreí apasionante.

—Correccion, amigo, de tooodo lo que me interesa, nada más.

—Entonces si te intereso, te interesará al menos echarle una vistazo.

—No, aceptar cosas ajenas como esas, me da la sensación de que te diluyen, después de todo nos queda la eternidad para perdernos al aceptar aquello que no perteneció a nosotros en su momento.

—Eso es absurdo, podemos apropiarnoslo, para eso está aquí, ¿Qué no? Avanza Al.

—No, no va conmigo.

—Mira, no voy a mentir, entiendo que hay que tener cuidado con lo nuevo, pero ¿Sabes algo? Tenerte me ayuda a recordar realmente de dónde vengo, así que no tengo miedo de perderme... — él me miró un poco extrañado por los posibles significados de esa línea, sentí que igual y ya era el momento. — A lo que me refiero, es que, quiero evolucionar siempre, trabajar para darnos todas las ventajas solo a nosotros dos, porque quiero que siempre estemos juntos sin miedo de cambiar, porque si te quedas conmigo, siempre tengo los pies en la tierra. — Le extendí mi mano con anhelo irrepetible. — Te amo Alastor, quédate conmigo.

Silencio, un silencio más denso que ni los segundos de oscuridad profunda durante mi muerte fueron superadas por el vacío profundo de rechazo y pánico en sus ojos al procesar la imagen de mi mano extendida frente a él, un escalofrío al borde de quemar me recorrió la espalda y bajé la sonrisa, él comenzó a irse en silencio, sus pasos fueron como el sonido de un martillo sellando los clavos del ataúd al rededor de mi corazón. Rápidamente me interpuse en su paso e intenté arreglarlo tomando aliento para hablar con desesperación, luchando con la manera en la que mis sentimientos querían borrarme la mente para poder ser capaz de decir algo que pudiera componer esto, pero sin engañar a nadie, sentí que algo ya se había perdido, por ello no pude evitarlo y le miré con ruego, yo nunca, en ninguna de mis vidas había rogado, ni siquiera a mi madre, pero el solo ver su cara, cómo apartó su antebrazo de mí cuando me acerqué después de esas palabras...supliqué con cada fibra de mi ser.

—Alastor, no lo veas así...e-esta bien, yo fui quien se equivocó, permíteme cambiar la propuesta. — sin embargo, él ya se estaba apartando para la salida. — ¡Alastor por favor, no tienes que aceptar mis sentimientos! Solo necesito que me mires, solo tú y yo y-y cambiaré- — pero fue en vano, tomé su mano entre las mías para girar su postura y le miré con el mismo ruego de un perro hambriento, él me devolvió la mirada e intenté aprovecharlo al máximo. —Por favor, dime lo que debo cambiar y lo haré. — su sonrisa tembló y me miró extremadamente incómodo, como si no supiera a el tipo de situación que se enfrenta, me negó con la postura y retiró su mano.

—Adios, Vox. — en mi desesperación por volverlo, tomé su manga y él me empujó en seco para amenazar con un brillo verdoso destellante. —¡No! — no puedo llorar, siempre sentí que mi rostro es físicamente incapaz, pero mis ojos ardían en una frecuencia abrumadora que hacía que mis pupilas temblaran como si les pasara una corriente. Él recobró la compostura y miró desde arriba.

—¡No lo entiendo! ¡Se supone que siempre nos hemos entendido!

—Me temo que ya no podemos compartir nada más, rebasaste los límites que yo puedo tolerar de tus decisiones tecnológicas. — su gesto incómodo decía que esa explicación no era todo, pero no hacía falta decirlo con palabras.

—¿No entiendes que es lo mejor? Me hace sentir más poderoso, más libre, solo pruébalo por un momento.

—Tus sentimientos no me interesan más que cuando veo que pierdes el control, y amigo mío, perdiste el rumbo. Ya ni siquiera sabes quién eres.

—¡Pero sigo siendo el mismo!

—No es lo que yo veo. — me exasperé.

—Entonc- ¡Entonces nunca me conociste!

—Veo que no... adiós, viejo amigo.

Solo me dijiste esas últimas palabras por lo que fue nuestra amistad ¿Verdad? No estabas intentando aliviar la fractura de nuestra relación, solo te estabas despidiendo de mí, porque solo volverías si implicaba algún enfrentamiento por poder. Aún así, cuando la puerta estaba por cerrarse tras de tí, un picor chispeaba por la pantalla de mi rostro, dando a entender lágrimas amargas, toqué la pared y una corriente eléctrica se traspasó hasta intentar impactarlo, retenerlo, tener su atención algunos instantes más, pero mis emociones me tenían tan abrumado que no supe regularlas y simplemente corrió un efímero chispazo que estuvo lejos de tocarlo, la verdadera tormenta eléctrica se sucitaba dentro de mi cabeza.

Definitivamente, me encontraba arrojado en el infierno.

Paparazzi (Radiosilence) (Vox x Alastor unilateral)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora