Capítulo 2: Victorias

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El sonido ensordecedor de los aplausos aún resonaba en los oídos del holandés mientras levantaba el trofeo en el estadio lleno de jubilosos fanáticos, una nueva victoria, la Copa FA era suya. Era el clímax de una temporada llena de sudor y sacrificio, y Max lo saboreaba con cada fibra de su ser. El campo estaba iluminado por los reflectores, pero en ese momento, todo lo que veía era el brillo radiante del trofeo en sus manos. Al fin la temporada anual había llegado a su fin.

Sin embargo, la noche de celebración posterior al partido fue aún más memorable. Junto a sus compañeros de equipo, George y Pierre, así como su técnico Jenson, Max se dejó llevar por la alegría desenfrenada en un bar local. Las risas resonaban en el aire mientras brindaban por su éxito, recordando todas las jugadas memorables de la temporada.

Pero en medio de la algarabía, había un vínculo más profundo que se aferraba al corazón de Max: su amor eterno por el Liverpool, su club de la infancia, de toda su vida. Desde sus humildes comienzos en la academia del Liverpool para jóvenes estrellas, Max había crecido y prosperado en el centro de este equipo legendario. El estadio Anfield era más que un campo de fútbol para él; era su hogar, su refugio, el lugar donde su pasión ardía más brillantemente.

Cada vez que Max pisaba el césped sagrado de Anfield, sentía una conexión única con su equipo y con los fanáticos que siempre lo han apoyado incansablemente. Era una lealtad inquebrantable que había sido forjada a lo largo de los años.

Y ahora, mientras reflexionaba sobre la victoria que acababa de lograr, Max no podía evitar sentir un profundo agradecimiento por todo lo que el Liverpool le había dado. Desde los días de gloria hasta los momentos más difíciles, el club había sido su roca, su inspiración para dar lo mejor de sí en el campo de juego.

La música retumbaba en el local, mientras Max y sus amigos disfrutaban de la compañía del otro, sintiendo la profunda amistad que solo el deporte puede traer. Las horas pasaron volando, y cuando finalmente Max regresó a casa, la emoción de la noche aún vibraba en su interior.

Sin embargo, la mañana siguiente llegó. Max se levantó de la cama con un dolor de cabeza palpitante, recordando vagamente la euforia de la noche anterior. La celebración había estado llena de licor, y ahora debía enfrentarse al precio de la diversión.

Después de un desayuno rápido para calmar su estómago revuelto y un buen café para mantenerse activo, el teléfono de Max sonó. Era Jenson, recordándole su compromiso de grabar un comercial para la nueva fragancia masculina de Versace. A regañadientes, Max se preparó para enfrentar las cámaras, haciendo lo posible para que la migraña y el malestar no se notaran.

Hablo un poco con la mismísima Donatella Versace, la cual le felicitó por su último campeonato y le recordó que estaba invitado al próximo gran evento de la moda, el Paris Fashion Week, patrocinado especialmente por la marca.

El holandés le agradeció la invitación y luego de platicar un poco más acerca de ser el nuevo embajador de la última campaña Versace, sobre una colaboración con el mundo del deporte, y como eso generaría ganancias increíbles tanto para la marca de moda, como para su equipo.

Max, al ser tan leal a su equipo, aunque no le gustaba la idea de entrometerse en el mundo de la moda, pues el fútbol era lo único para lo que era bueno, aceptó sin pensarlo, sabía que Jenson le diría que lo hiciera, y que no era tan malo, solo tendría que dar algunos discursos y presentar la campaña con algunas fotos y videos. Nada fuera de lo común.

Al final cerró trato con la marca, tendría que estar más en contacto con el área de marketing y algunas otras inquietudes, pero todo valdría la pena. Recordó que tenía un par de contactos en la marca, y sintió felicidad a la idea de contactarse con su amigo de la infancia, el cual era modelo y parte del staff de diseño.

Al final se despidió de los presentes e intento volver a su apartamento, quería descansar por fin después de un año tan agotador.

Pero la jornada aún no había terminado. Después de la sesión de grabación, Max tenía otro compromiso importante: una entrevista en el show de James Corden, para discutir la temporada que había llegado a su fin. A pesar de su resaca persistente, Max supo que debía mantenerse firme y profesional.

Así, tuvo que entrar a su Ferrari (Un Monza SP2) y dirigirse al lugar del programa, no era fan de este tipo de entrevistas debido a que ya había tenido problemas con Ellen DeGeneres en el pasado, pero sabía que no había mucho que temer con James, él solo se divertía y hacía preguntas superficiales, nada pasado de tono.

𝐁𝐫𝐢𝐥𝐥𝐨 𝐀𝐮𝐭𝐞𝐧𝐭𝐢𝐜𝐨 - ꜰᴏʀᴍᴜʟᴀ ᴏɴᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora