Capítulo 3 - Seokmin

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Siempre me he considerado una persona optimista. Soy capaz de sacarle el lado bueno a cualquier cosa. Sin embargo, había días en las que todo se volvía demasiado y no podía luchar contra el cansancio y la tristeza. Había días como este en el que parecía que luchaba por mantenerme a flote. Mi día en el trabajo había sido caótico. Nos había faltado un camarero y acabé saliendo más tarde de lo habitual, lo que provocó que llegase tarde a la academia de cocina en la ciudad. Para colmo, mi profesor había criticado mi plato delante de todos mis compañeros porque según él "no era propio de un estudiante de segundo". Yo simplemente había seguido la receta italiana real porque ¡oh!¡sorpresa! Soy italiano. Lo último, la gota que colmó el vaso, fue que al llegar tarde, agotado y necesitando ducharme para volver al restaurante para un turno final, los bomberos me esperaban con la mala noticia de que mis tuberías habían decidido ceder y crear una piscina. Como no estaba, nadie había cortado el agua y el daño era tal que mi casero me informó de que debía buscar un hogar temporal. Por suerte el seguro se haría cargo de los daños, la ropa se secaría y las fotos estaban a buen recaudo junto a mis libros en casa de mis padres porque no me había dado tiempo a terminar la mudanza.

—No se preocupe —Le dije a mi casero que se sentía culpable por no haber revisado la fontanería sabiendo que era una casa vieja—. Me tocará volver con mis padres.

Al menos, eso creía. Cuando lo dejé caer minutos más tarde al empezar mi turno, mis padres me confesaron que iban a llegar unos amigos de Italia y les habían cedido mi habitación. Llevaban años organizando aquella visita y nunca cuajaba. Es por ello por lo que sonreí ampliamente y les dije que lo resolvería rápido con mis amigos. Mi madre habría cancelado sin pensarlo si su hijo estaba en apuros. ¿Podría pedirlo a mis amigos? Sí, pero no quería molestar cuando las personas a las que adoraba trabajaban en un rancho de terapia. Disimulé mi preocupación hasta mi descanso. Me quité el delantal y salí por la puerta trasera para respirar un poco de aire fresco. Suspiré y miré mi móvil decidido a buscar una solución que no me supusiese un viaje a la ciudad estando agotado para buscar un hotel.

SEUNGCHEOL: Me ha dicho Jihoon lo que ha pasado. Te quiero en casa cuando acabes el turno. No aceptaré un no por respuesta.

YO: Vale, gracias, os llevaré comida de la Mamma a cambio.

Por fin pude respirar aliviado sabiendo que esta noche tendría un lugar al que ir. Siempre había una solución para todo, pero había días en los que simplemente estaba demasiado agotado para que la felicidad que siempre irradio se traspasase a mi interior. Eran pocos esos momentos y, como hoy, se iban despejando a lo largo del día hasta que al final volvía a pensar que todo iría bien.

Cuando acabé de cerrar el restaurante, apagué las luces y saqué la basura, me dispuse a coger mi coche para ir al rancho. Sin embargo, no llegué muy lejos. Un joven alto y esbelto me esperaba en los escalones de la entrada. Poseía la elegancia propia de los hombres de la ciudad, pero sus similitudes con Seungcheol me aliviaron. Aquel hombre no podía ser otro que el hermano pródigo. El chat había estado a tope desde que había aparecido por el rancho.

— ¿Joshua? —Pregunté para asegurarme y él asintió.

—Mi hermano pensó que estarías agotado para coger el coche y he venido a por ti —Su sonrisa amable era tan cálida como un abrazo y sus palabras fueron un completo alivio. El día había hecho mella en mi energía y lo notaba en cada poro de mi piel.

—No te preocupes, he tenido todo el día para relajarme —Abrió mi puerta como el caballero que aparentaba ser y se subió al lado del conductor—. Además, tenía que venir a por mi coche y he decidido darme una vuelta mientras esperaba a que cerrases.

El coche arrancó y me dejó conectar la emisora de radio que me gustase. La conversación era fácil y me dejé llevar contando anécdotas del día sobre mis clientes y los compañeros de clase mientras él reía. Su risa era muy pura, aunque cuando acababa dejaba entrever un poco de la tristeza de la que siempre me he hablado Seungheol. Joshua vivía atrapado en el rol del hermano mayor, del responsable, y cargaba con un gran peso sobre sus hombros. Me decidí entonces a ayudarle. Necesitaba un amigo y ese iba a ser yo. Cuando llegamos, le di un beso en la mejilla que le hizo ruborizarse y me fui con Seungkwan que me esperaba para llevarme a mi habitación.

Pese al sueño que tenía, todas las emociones que había vivido me impidieron conciliar el sueño. El insomnio era algo recurrente en mi vida, sobre todo cuando me emocionaba o me ponía nervioso. Por suerte, al día siguiente no tenía que madrugar o ir a la academia. Es por ello por lo que bajé sin hacer ruido a la cocina, dispuesto a coger un vaso de agua y prepararme para una noche de mi verdadera pasión. Pocos conocían que detrás del camarero y estudiante de cocina se encontraba Choi Leehuk, el famoso escritor de erótica. Todo había comenzado como un hobbie, pero había acabado siendo mi principal fuente de ingreso y mi verdadero deseo. Abrí el frigorífico para coger una botella de agua pensando en como podía plantear el giro de mi nueva novela. Estaba tan concentrado que no me di cuenta de que había dejado de estar solo. Chan, el joven psicólogo que había conocido en el restaurante, le observaba apoyado en la barra de la cocina. Su sonrisa traviesa me recordó a la del gato de Chesire.

—¿Sueles espiar a las personas que buscan agua por la noche? —Le dije apoyando la cadera en la puerta cerrada de la nevera.

—No es mi costumbre —Cruzó los dedos en la superficie— No esperaba encontrar a nadie despierto ¿No puedes dormir?

—Demasiada energía —Le confesé después de negar con la cabeza—. Pero no te preocupes, ya me iba. Quiero acabar un par de cosas —Me negué a contarle el qué. Mi anonimato era fundamental.

—Descansa entonces —Luego señaló el sofá—. Voy a leer un rato ¿No quieres acompañarme? Me vendría bien la compañía.

Lo sensato sería decir que no. Chan era una distracción. Se sentía muy tentado a observarle como para escribir y tenía una fecha límite para la entrega. Sin embargo, me pudo la curiosidad. Cogí la libreta que llevaba conmigo y la botella de agua para seguirle hasta el sofá. Escogí el reclinable por el movimiento siempre me ayudaba. Él se tumbó en el gran sofá y levantó su libro. Reprimí un leve grito de alegría al ver que era mi tercer libro. Chan me leía ¿Podía tener mejor gusto?

—¿Qué tal está? —Le pregunté por no poder reprimirme.

—Es mi favorito —Me contestó— Es la tercera vez que lo leo. La saga entera es genial. Estoy releyendo todo para cuando venga el sexto.

—Que bien —Me sonrojé y me escondí mirando hacia abajo. Tras eso, nos sumimos en silencio. Él leía y yo inicié un nuevo capítulo mucho más motivado. ¡El sexy doctor me leía! El día había empezado mal, pero poco a poco lo íbamos mejorando. Ahora solo necesitaba acabar mi historia antes de la fecha señalada.

"Abrí la puerta con la terrible sensación de que algo iba mal. Su coche estaba en el garaje cuando él tenía que estar en el trabajo. Había sido pura casualidad que yo me encontrase allí, antes de lo normal. Mi jefe me había recompensado con un día de descanso por mi trabajo y había decidido ir a casa, relajarme e incluso prepararle una buena cena. Sin embargo, su coche..."

NOTAS:

¿Cómo os va? ¿Qué tal esas lecturas? Voy a ir actualizando cuando pueda. La vida está siendo un poco caótica y encontrar hueco es difícil.

Los hombres del Valle 3 - El psicólogo y sus sub [+18 ] (SEVENTEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora