Ojos sombríos

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Hace unos días comencé la escuela y no entiendo por qué todo el mundo la pinta como algo divertido, lo primero que me recibió fueron las risas de mis nuevos compañeros al descubrir que yo no era como todos ellos, según ellos yo era “raro” por no tener sus mismos gustos y clases sociales a las que ellos pertenecían, en teoría yo era "inferior" a ellos por lo que me decían.

Se lo conté a papá y mamá y me dijeron que eso no era posible, que mis compañeros seguro eran encantadores y muy educados debido a su estatus social dentro de la ciudad, y que se estaban esforzando mucho para pagarme ese colegio privado como para que yo comenzase ya mintiendo sobre mis compañeros.

Desde ese día los problemas fueron en aumento, en clase no me concentraba por las miradas y risitas de compañeros, en los patios me escondía para que no me vinieran a molestar tal y como me habían amenazado justo antes de salir, y obviamente esto afectó a mis notas y mis padres se enteraron. “El problema no son ellos, eres tú, deja de culparlos” ahí estaba la respuesta de mis padres hacia mí, un niño de 12 años rogándoles que le cambiaran de escuela por el acoso que sufría.

Ese día al salir de casa sentí una sensación muy extraña, como si alguien me observase, miré a mi alrededor, pero no encontré a nadie, por lo tanto, lo ignore y me fui hacia la escuela. Allí también tenía la misma sensación, pero allí si era normal, siempre me observaba todo el mundo, pero aquel día era diferente, era una sensación de que me observaban, pero demasiado cerca, como si esa mirada me pesara incluso, busqué esa mirada pero no aparecía. Acabaron las clases y en el patio, mientras me escondía de mis compañeros, encontré aquella mirada pesada, pertenecía a un hombre sombrío que me observaba desde muy lejos, desde fuera de la valla de la escuela.

No podía distinguir bien quién era desde tan lejos, pero me daba muy mala espina aquel hombre, por lo tanto, decidí decírselo a una profesora la cual me dijo que allí no había nadie y que dejase de jugar con esas cosas y que fuera con mis compañeros de clase, seguidamente ella avisó a mis compañeros de que yo estaba allí y mi cara se puso pálida. Todos se acercaron sonriendo diciendo que me estaban buscando para jugar juntos, pero que siempre me escondía, a lo que la profesora les dedicó una sonrisa y se fue dejándome con aquellos buitres que me hacían la vida imposible.

Cuando sonó el timbre para volver a clase se detuvieron de pegarme de todas las maneras que sabían y simplemente me dejaron allí tirado en el mismo lugar de donde me escondía de todo el mundo, pero igualmente, aunque no había nadie cerca de mí, me sentía observado. Decidí intentar incorporarme apoyándome en la pared de mi derecha y cuando ya recuperé un poco el equilibrio decidí irme de allí. Aunque las clases no habían acabado, sabía que me iba a meter en un lío, pero igualmente decidí irme de aquel sitio a ver si ahora con mis heridas mis padres me creían.

Mientras iba volviendo a casa la gente se iba girando a mirarme debido a mi cara toda magullada con el labio sangrando y mi andar tambaleante, pero seguro de hacia donde me dirigía, en ese momento vi de nuevo a aquel hombre, en este caso me observaba desde un poco más cerca entre toda la multitud que comenzó a rodearme en el momento en el que me detuve en medio de la calle.

Me paré debido a que un escalofrío había recorrido todo mi cuerpo al ver como aquel hombre hacía un gesto muy simple, un gesto como diciendo “ven conmigo”, después de eso todo mi mundo colapsó y me desmayé.

Desperté en una fría habitación de hospital en la que estaban mis padres y un señor que por su bata imaginé que sería un doctor.

-Tiene mucha suerte de haberse desmayado rodeado de tanta gente, debido a sus heridas estaba sufriendo demasiado dolor, más del que es capaz de gestionar el cuerpo de un niño de su edad. ¿Tienen idea de que le pudo pasar?

Pensamientos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora