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—¿Qué estás haciendo? — Gulf estaba empapado. La nieve se había derretido dentro de sus botas, su pantalón estaba húmedo por donde lo mires, tenía las manos sin guantes y enrojecidas, y solo llevaba puesto un feo suéter navideño.

El pequeño estaba sentado entre la nieve, terminando de hacer la cabeza de lo que parecía ser un muñeco de nieve, pero deforme. Estaba torcido.

—No llegabas— respondió levantándose del suelo —y me aburrí— dijo sonriendo, estornudando.

Mew ladeó la cabeza y frunció el ceño, apretando la quijada. Estaba molesto. Gulf ya sabía identificar algunos de sus gestos.

Cuando Mew cruzaba los brazos, ladeaba la cabeza y fruncía el ceño, significaba que estaba molesto. Y ahora había hecho los mismos gestos.

—Estás tiritando, omega— lo regañó, dejando su bolsa de gimnasia en el recibidor y caminando entre la nieve hasta llegar al menor, —mírate, todo rojito y frío... pareces una paletita de cereza— gruñó mientras tocaba su rostro y acariciaba sus brazos para hacerlo entrar en calor —eres tan irresponsable—.

Mew se inclinó un poco, levantándolo en sus brazos, pero esta vez lo sostuvo de las nalgas, permitiendo que el omega rodeara sus caderas con las piernas.

—¡Espera! — se quejó Gulf al darse cuenta de que lo estaban llevando dentro del edificio, —¡le falta una carita! — gritó retorciéndose, logrando que lo dejaran en el suelo.

Regresó corriendo, sacó de sus bolsillos un par de botones grandes y negros, una zanahoria larga y arrugada, y se la puso con cariño a su muñeco de nieve, dándole vida.

Mew gruñó al ver que se quitaba el gorro y la bufanda para ponérselos al muñeco de nieve, pero luego volvió por él, lo tomó de las caderas y lo llevó dentro del edificio ignorando sus quejas y pataleos.

Lo dejó sentado en una banca en el recibidor y se acuclilló frente a él, mirándolo a los ojos. "Te enfermarás, ¿cómo es que no sabes cuidar de ti, omega?" lo regañó, viendo sus pantalones y las medias que sobresalían de sus botas mojadas.

—Es tu culpa— se defendió el menor con la cara llena de adorables pucheros —no llegabas, me aburrí... ¿a qué te dedicas para llegar tan tarde? —

Mew parpadeó lentamente, mirándolo detenidamente. —¿Por qué me esperabas? — murmuro.

—Eso no importa— murmuró también, bajando la mirada.

Mew suspiró, acarició su mejilla fría y luego le quitó los zapatos húmedos y las medias, negando con la cabeza al ver cómo se había expuesto al frío clima.

Se levantó y le dio la espalda. —Vamos, te llevaré— le dijo, haciéndole entender que lo cargaría hasta su departamento. No quería que siguiera usando sus zapatos mojados ni que caminara descalzo por el frío piso.

Gulf sonrió emocionado, tomó el bolso deportivo del alfa y se lo puso en el hombro. Era pesado, pero no le importaba. Gruñó inconscientemente por el peso cuando se lo puso en el hombro, y Mew volteó a mirarlo atentamente. Gulf no dijo nada y solo sonrió, mirando la boca del mayor, pero el alfa le quitó la correa y se la puso en el hombro, dándole nuevamente la espalda.

Gulf se paró sobre el sillón y se trepó a la espalda del alfa, hundiendo descaradamente el rostro en su hombro, disfrutando de su embriagador aroma alfa.

Escuchó el suspiro pesado, el cuerpo cálido y robusto que lo calentaba dulcemente, y no sabía si era el andar lento lo que le causaba sueño o si era esa aura tranquila y protectora en la que su omega se acurrucaba y se mimaba.

Las manos grandes y cálidas rodearon sus muslos con total confianza y avanzaron tranquilamente, sin decir nada más. No le costó nada a Mew manipular el elevador, y no dijeron nada mientras ascendían al tercer piso.

—Es una lástima que no haya puesto muérdagos aquí—, murmuró pensativo, mirando el techo del ascensor sin despegar la mejilla del hombro del alfa. Mew volteó un poco solo para sentir la respiración amable del menor chocando en el rincón de su cuello. No dijo nada, pero sonrió cariñosamente.

☃️MG☃️

Historia Navideñas en pleno Abril 😂😂 ah!

Muerdago (MG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora