Grimmauld Place n°12

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La nieve cubría las vastas tierras de todo el castillo de Hogwarts como un blanco manto sobre las superficies de cada parte del colegio, los copos de nieve caían en una suave sintonía pululando con el viento frío típico del invierno en Escocia

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La nieve cubría las vastas tierras de todo el castillo de Hogwarts como un blanco manto sobre las superficies de cada parte del colegio, los copos de nieve caían en una suave sintonía pululando con el viento frío típico del invierno en Escocia. Draco cerró sus ojos al sentir la fría brisa golpear sus mejillas dándole la bienvenida al llegar a la lechucería, su nariz y sus mejillas se encontraban rojas debido al frío, pero él se había propuesto ir temprano a la lechucería para enviar una carta a su madre.

Atando la carta a la pata de la elegante lechuza dorada con unos profundos ojos negros lo miraba curiosa, dando vueltas la cabeza cuando el rubio le dio unos trozos de tocinos que robó del desayuno. Draco le dio las últimas indicaciones a la lechuza llamada Artemis, miró su alrededor y dándose cuenta de que estaba solo, depositó un suave beso en la cabeza de la lechuza, está graznó y salió volando en dirección a la Mansión Malfoy.

Su carta no fue muy corta, sobre todo porque se disculpaba con su madre por no poder asistir al baile de Yule ese año, deseaba pasar las fiestas en compañía de sus amigos y visitar Hogsmeade. Además de decirle que le enviaría un hermoso regalo para navidad. Bueno, si pasaría la navidad en el castillo, pero no pasaría con sus amigos, ellos irían a sus casas y él aprovecharía las vacaciones para buscar a su tío perdido. Se acomodó la túnica y viendo a la lechuza desaparecer a lo lejos comenzó a caminar rumbo a las escaleras.

"Perdón por mentirte, mamá." Se disculpó mentalmente con su madre por la gran mentira que acababa de decir, pero tenía que hacer algo para entrar a la casa Black.

Sabía que tarde o temprano se enteraría de su pequeña mentira, sobre todo si su padrino le preguntaba a Narcissa por qué Draco se quedaría con sus amigos, cuando claramente, el rubio se iba a quedar solo. No lo quería saber.

Cuando se adentro al castillo se limpió las botas y la túnica de los copos de nieves, caminó por los pasillos que llevan al gran comedor tarareando una canción francesa que solía cantar su madre cuando él tocaba el piano. Escuchó un suave maullido y detuvo su caminata mirando como un gato de pelaje jengibre con ojos amarillos los cuales le miraban de forma analítica, el gato volvió a maullar y Draco ladeo la cabeza cuando el gato hizo lo mismo.

"Que extraño aroma tienes." Draco casi pega el grito cuando escucho una voz masculina se adentra en su cabeza, miró al gato con curiosidad.

"Me estoy volviendo loco, los animales me hablan." Se pinchó el entrecejo con el pulgar y el índice.

"No te estás volviendo loco." El gato maulló pero en su cabeza llegó aquella voz. Draco se acercó al gato con cuidado y extendió su mano hacía el felino, el gato acercó su hocico a la palma, olfateó por un rato hasta que dio un suave cabezazo a la palma del rubio.

"Ven aquí." Draco se sintió tranquilo ante la suavidad del gato cuando lo tomó suavemente y lo acurrucó contra su pecho, sintió el ronroneo y sonrió con dulzura. "¿De quién eres pequeño?"

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