La cabaña

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Esperó a que todos sus compañeros salgan de la sala común de Slytherin, ese día era el partido de quidditch entre gryffindor y hufflepuff y claro que todo el colegio se encontraría en las gradas alentando a sus equipos favoritos

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Esperó a que todos sus compañeros salgan de la sala común de Slytherin, ese día era el partido de quidditch entre gryffindor y hufflepuff y claro que todo el colegio se encontraría en las gradas alentando a sus equipos favoritos. No es que ya no le gustara el quidditch, si no que, con el dolor del lazo y además del propio insomnio que tenía, no le atraía la idea de ir a unas gradas altas para alentar a otros equipos.

Siguió observando el fuego de la chimenea de mármol negro con verde, teniendo a Sirius recostado en el mismo sofá y con la cabeza sobre su regazo, ambos disfrutaban de esos pequeños momentos, Draco mientras leía en voz alta una historia de amor entre dos almas gemelas que viajaban por el tiempo, Sirius lo escuchaba tranquilamente.

"¿No es romántico, Canuto?" preguntó con sarcasmo ante la historia que estaba leyendo, el perro solo soltó un resoplido hastiado. "Supongo que te gustaría salir."

Ante la mención de salir y estirar un poco las patas, sus orejas se levantaron hacía el rubio, abriendo sus ojos.

Draco rió ante el comportamiento de su tío, en parte sí podía entenderlo, se la pasaba todo el día dentro de las mazmorras, apostaba que Sirius hablaba hasta con el calamar gigante para no aburrirse. Volteó su mirada hacía los ventanales que daban a las profundidades del Lago Negro, viendo a los peces nadar por los alrededores y de vez en cuando ver los enormes ojos de su amigo el calamar.

Luego volteó los ojos a las llamas de la chimenea que danzaban en sus pupilas dilatadas, y él se quedó completamente embelesado con ellas, escuchando su crepitar como si de una nana de cuna se tratara. Era como si las llamas le estuvieran llamando a unirse a ellas, a bailar con sus movimientos ondulantes tan atrayentes y a la vez tan destructivos.

"¿Qué te parece si salimos a dar un paseo?" Se volteó para ver a su tío asentir emocionado, cerró el libro y lo dejó ordenadamente sobre el sofá. Con cierta diversión observó que Sirius ya se encontraba esperándolo en frente a las puertas de las mazmorras. "En verdad pareces un perro." Escuchó un gruñido ofendido por parte del perro. "Esta bien, esta bien, me pongo un abrigo y nos vamos."

Rápidamente invocó un abrigo de tonos verdes oscuros y se lo colocó para luego ir a la salida, susurró las palabras para que las puertas se abrieran, con una pequeña sonrisa en los labios comenzó a caminar una vez que estas los dejaron pasar a ambos. Los dos caminaban mirando a su alrededor cuidando de que nadie se encontrará por los pasillos, subieron las escaleras y luego giraron a la derecha con rumbo a la salida.

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Su risa salió desde su alma al ver como su tío, sin darse cuenta, siguió aquella rama que él había tirado. Ambos se encontraban a las orillas del lago negro, Draco observando como Sirius corría para estirar sus patas, mientras conjuraba impervious sobre ambos. "Buen chico, Sirius, eso es, buen chico." Le dió unas palmadas en su cabeza.

Volvió a reír cuando vió como la realización de lo que acababa de hacer, llegaba a la cabeza de Sirius, quién gruñó con ira y sin esperarlo, saltó sobre él, mostrándole los dientes, luciendo completamente enojado. "Perdón, perdón, lo tenía que decir, perdón Tío Sirius." intentaba disculparse sin reír, pero no podía, aquella escena le había parecido tan tierna y a la vez tan divertida. "¿Quieres ir al bosque prohibido? Podrías tomar tu forma humana por unos momentos sin que nos vieran."

Herencia MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora