15. La discoteca II

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Vaya... Amy enamorada de mi hermano. Un notición.

Sinceramente, no me lo esperaba. Es decir, sabía perfectamente que le gustaba Lucas pero no pensé que estuviera enamorada de él. ¡Es mi hermano, por el amor de Dios! El niño pesado que siempre me molesta, me chupa la cara y se mete conmigo siempre que puede. Pero también es el chico dulce, enamoradizo, cariñoso, alegre, buena persona, sensible y considerado que todas queremos en nuestra vida. Yo tengo la suerte de tenerle como hermano. Y Amy tiene la suerte de poder tenerle como novio.

Estaba muy feliz por ella. Mi hermanita por fin se había enamorado. Y encima del mejor chico que puede haber en el mundo. Me alegraba enormemente por ella.

Estaba segura de que Lucas sentía lo mismo. Le conocía a la perfección y solo con ver su mirada ya sabía lo que sentía. Lucas se había enamorado de mi Amy. La mejor pareja que podría haber.

Decidimos no hablar más del tema pues era un asunto que debíamos tratar estando en perfectas condiciones, y ya nos habíamos tomado un par de chupitos. Amy y yo fuimos a la pista de baile del reservado mientras Nat y Andy se quedaban en la mesa que habíamos elegido. Nos fuimos turnando para no dejar nunca la mesa sola (estaba en un muy buen sitio y queríamos conservarla) y para que ninguna de nosotras estuviese sola.

Pasaron los minutos, el tiempo volaba y no nos dábamos cuenta. Una de las veces en las que estaba bailando con Amy ella se quedó pálida de pronto. Me giré hacia donde se dirigía su mirada: la entrada de la disco.

La fiesta acaba de empezar.

Dylan entró en la discoteca seguido de un grupo de chicos de su edad. Estaba diferente. Serio, distante, frío. No era para nada el Dylan que pasaba el día con mi grupo, el que nos tiraba al agua y hacía carreras. Y eso que Dylan era serio de naturaleza pero en ese momento daba un aire hasta siniestro. Y los chicos que había detrás de él no ayudaban mucho.

Serían unos siete, sin contar a Dylan. Todos iban vestidos como si fuesen Los Roedores de Teen Beach Movie. ¿Cómo se llamarían estos? ¿Los Tiburones? Por favor...

La verdad es que daban un poquito de miedo nada más verlos. Altos, musculados, con sus chaquetas de cuero en la mano, gafas de sol negras. Parecía que hubiesen participado en Grease. Pero no en plan gracioso. Realmente daban un poco de impresión. Y Dylan era el que menos me gustaba. No era su estilo. Me daba muy mala espina.

-Mierda -dijo Amy-. Nena, tenemos que marcharnos.

-¿Por qué?

-Ya me he cansado de estar aquí. Venga, vamos.

-No. ¿Es porque acaba de entrar Dylan con unos tíos que parecen sacados de una película de malotes?

Acaba de sacar su faceta de "no me importa, voy a hacer como que soy más fuerte de lo que soy en realidad". Disfrutad del espectáculo.

Que te calles.

Amy se quedó callada. Seguía pálida. Me empecé a preocupar. Nunca la había visto así. Me cogió del brazo y me llevó a nuestra mesa donde nos esperaban Nat y Andy con una sonrisa que no tardó en irse al ver nuestras caras.

-Nos vamos.

No hizo falta decir nada más para que mis amigas entendiesen a Amy pero yo seguía teniendo muchas preguntas.

Me giré hacia la puerta de la disco para ver si Dylan seguía ahí. Pero no. Estaba en una zona de sillones. Hablaba con uno de sus amigos (al que no podía ver bien por la luz parpadeante de la disco) hasta que vio a otro grupo llegar hasta ellos. Vi cómo Dylan se levantaba y se acercaba al que parecía ser el líder del otro grupo. ¿Pero qué se supone que pasa aquí? Hablaban. Estaban muy serios. Desde donde estaba no escuchaba nada de lo que decían. La música estaba demasiado alta. Sin embargo, pude leer en los labios del otro chico algo como "no vas a poder ganarme". Dylan le respondió con un "ya lo veremos". No entendía nada.

Andrea me cogió del brazo y bajamos las escaleras apresuradamente. Bolsos en mano, conseguimos llegar al piso de abajo sin tropezarnos. Natalia iba delante, yo la última. No quería irme y menos sabiendo que Dylan estaba ahí. Algo me decía que ese era el gran secreto que no me querían contar. ¿Tan malo iba a ser?

Como si notase mi mirada, Dylan se giró hacia nosotras. Las chicas también se dieron cuenta y se quedaron quietas.

-Genial. Estamos muertas.

Parecía de verdad que Dylan nos estuviera intentando matar con la mirada. Se me heló la sangre. Lo que no me esperaba era que el amigo con el que había estado hablando antes de que llegase el otro grupo de malotes fuese...

-¿Qué co...? ¿Qué hace Jordan aquí?

-¿¡Me vais a contar de una maldita vez qué está pasando!?

Dylan se fue acercando a nosotras muy lentamente, con el ceño fruncido y las manos en puños. Se le notaban las venas de los brazos y del cuello. Estaba muy enfadado.

-¿¡QUÉ HACÉIS AQUÍ!? ¡Os dije que no vinierais a esta discoteca!

-Dylan... pensábamos que...

-¡Me da igual lo que pensabais! ¡Os lo dije! ¡No podéis estar aquí!

-Dylan, no sabíamos que ibais a estar. Si hubiésemos sabido que hoy veníais, no estaríamos aquí.

El pelinegro me miró y la arruga de la frente se acentuó.

-¿Y qué hace ella aquí?

-Ya te lo hemos dicho, pensábamos que no vendríais -intentó explicar Nat. Jugueteaba con sus manos, como hacía siempre que estaba nerviosa.

-Joder, Natalia. Tú eres la más responsable de las cuatro y la has traído sabiendo lo que puede pasar. Confié en ti... No tendríais que haber venido.

-¿Pero de qué va esto? ¿Me lo podéis explicar de una vez? -pregunté empezando a cansarme.

-Explicádselo de camino a casa. Ahora marchaos antes de que Mason os vea.

Salimos de la discoteca casi corriendo. Me daba muy mala espina. ¿Mason? ¿Quién era Mason? ¿Qué hacían Jordan y Dylan ahí? ¿Por qué no podíamos estar allí? ¿Y por qué Dylan se ha enfadado tanto?

Preguntas sin respuesta, por el momento. Pero las respuestas llegarían esa misma noche. Y no me iba a gustar lo que iba a descubrir.



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¡Volvemos con un nuevo capítulo!

Bueno, bueno. Tenemos un nuevo personaje y el misterio sigue sin resolverse. ¡Pero falta poco! Lo sé, mucha intriga y muchos finales abiertos. Puede que os esté matando pero espero que valga la pena. Realmente la idea que tengo en la cabeza me gusta bastante así que... sufriréis conmigo. Sí, yo también sufro dejándolo así. No os penséis que para mí esto es fácil.

Pero no me alargo más.

Disfrutad de la lectura y dejad vuestros votos y comentarios.

¡Besos de parte de Claire y Dylan... y míos!

PD: ¿quién os gusta más: Nat, Amy o Andrea?

El verano en el que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora