21. La cena

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Amy:

Una carrera más. Siempre me han encantado aunque después de lo de Madison... se podría decir que he ido perdiendo el gusto por ellas. Claire, Lucas y Madison siempre han sido como mi familia. Los mejores momentos de mi vida los viví con ellos. La situación en casa nunca ha sido buena y ellos me han ayudado desde que era una niña a sobrellevarlo. Siempre recordaré con mucho cariño a Madison, esa chica que, a pesar de ser siete años mayor que nosotras, siempre estuvo a nuestro lado dándonos consejos y demostrándonos lo mucho que nos quería. Era un amor de persona y sufrí mucho cuando me enteré de lo que pasó. O de lo que nos contaron.

Y aquella noche volvían a correr en uno de los circuitos de las afueras de Malibú. ¿Iría? Ni idea. Tenía ganas de ver de nuevo las velocidades de vértigo que alcanzaban los coches pero también estaba la posibilidad de encontrarme a Mason y eso era lo que menos deseaba después de tenerle obsesionado conmigo durante meses o incluso un año.

Sonó el timbre de casa. Claire no podía ser porque me había mandado un mensaje para decirme que estaba fuera con Dylan tomando un helado.

Esos dos van a terminar juntos antes de que acabe el verano.

Me levanté del sofá, dejando el mando de la tele y la bolsa de chuches que me estaba comiendo encima de la mesita del salón, y fui a abrir la puerta sin importarme estar descalza. Seguro que eran Natalia y Andrea que venían a proponerme un rato de chicas.

Volvieron a tocar el timbre con insistencia.

-Ya voy, ya voy.

Abrí la puerta ya sin ganas de nada y me llevé una sorpresa al no encontrarme a mis amigas.

-¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?

-No.

-¿Entonces? ¿Qué quieres?

Deja de estar a la defensiva.

No puedo.

-Venía a verte, Amy.

-¿Y no has pensado que quizás a mí no me apetecía verte?

Mentira. Quería verle. Me estaba muriendo por estar con él aunque solo fuesen cinco segundos pero eso él no tenía porqué saberlo.

-Bueno, esperaba que fueras un alma caritativa que me dejara entrar en su casa y mantener una charla como dos personas normales. Quizá esta no es la puerta correcta.

Idiota.

Pero es un idiota que te encanta.

A callar.

-Lo voy a decir una sola vez más: ¿qué quieres?

-Hablar contigo.

-No quiero hablar, Lucas. Vete.

-No me voy a ningún lado hasta que te diga lo que quiero decirte.

Me tiene en ascuas, déjale pasar.

Ni de broma.

-Vete. No lo voy a volver a repetir.

Intenté cerrarle la puerta en la cara pero la sujetó con el brazo antes de que pudiese hacerlo.

-Pues no lo repitas pero de aquí no me voy hasta que hablemos.

-¡Dime lo que me tengas que decir y vete de una vez!

-¿No me vas a dejar pasar? ¡Qué maleducada!

-¡No te soporto!

-Me lo sueles decir.

El verano en el que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora