Toqué la puerta un par de veces, las suficientes para no molestar demasiado, pero a la vez para que se me escuchara.
En ese momento, mis manos comenzaron a temblar levemente. Digamos que yo no soy una persona a la que le guste socializar.
Bueno, corrijo, amo socializar, pero me da un poco de nervios.
Yo tengo mucho miedo de lo que pueda pensar la gente de mí, y nadie se percata de esto porque aunque soy muy reservada, cuando estoy en un grupo finjo adaptarme rápido.
Estaba hundiendome en mis pensamientos, haciendo un viaje astral de esos que te renuevan cuando llegas, y el sonido de la puerta abriéndose me sacó del pozo de pensamientos en el que estaba cayendo.
- ¿Hola? - Un chico bastante alto me abrió la puerta.
- Holaa. - Dije con un tono alegre, seguido de una sonrisa. - ¿Está Juani?
- Sí, claro. Pasa, él está en la sala. - se hizo a un lado para que yo pasara con la misma sonrisa (puede que incluso más dulce) que la que yo le había mostrado.
Pasé murmurando un "con permiso".
Supuse que ese era uno de los amigos de Juani.
Adentrandome un poco más en la casa e improvisando la dirección de cada paso, llegué a la sala donde estaba Juani con un chico también bastante alto y con rulos.
- Buenas. - Dije, y me quedé en la entrada de la sala, porque me daba miedo pasarme de confiada, así que solo esperaría que me dijeran que entrara.
- Ay, ¡ya llegaste! - Juani parecía feliz de verme, hasta se levantó para abrazarme.
Parecía que nos conocíamos desde hace años. Yo como no sabía cómo reaccionar solo le devolví el abrazo.
El chico que me abrió la puerta antes entró en la sala y se sentó al lado del otro chico que estaba antes conversando con Juani.
- Voy a por unos mates. Tú sentate de mientras y ponete cómoda. - Dijo mientras dejaba de abrazarme y comenzaba a caminar hacia la cocina.
