Una vez que pusimos todos los platos en la mesa y nos sentamos todos, el ambiente se puso más bueno y acogedor de lo que ya estaba.
Creo que era la primera vez que no me sentía excluida en un grupo. No estoy acostumbrada a que la gente me tome en cuenta. Cuando era pequeña, los niños me excluían la mayor parte de las veces, y siempre que tenían la oportunidad, hablaban mal de mi a mis espaldas. Pero bueno, cuando vas creciendo, te vas dando cuenta de lo crueles que pueden ser los niños, y te vas acostumbrando al punto en el que ya se te hace cotidiano. Por eso esta cena fue tan importante para mi, porque por primera vez, nadie se estaba burlando de mi en un grupo, mi opinión importaba algo, cuando veían que yo dejaba de hablar me ayudaban a no excluirme yo misma de manera inconsciente... Estaba muy cómoda con todos. Aunque toda esta felicidad se acabó cuando recibí una llamada del cerrajero avisándome de que ya estaba en mi portal, que ya mismo iba a llegar. Así que, con una expresión triste, me despedí de todos.
- Lo siento chicos, la pasé increíble con ustedes pero el cerrajero ya llegó.
- Aish... Odio cuando te vas, en serio.- Juani se quejó, pero me abrazó en forma de despedida.
Los demás se despidieron de mi con evidente tristeza en sus rostros. Yo tampoco quería irme, pero necesitaba que me abrieran la bendita puerta de mi casa para poder entrar.
Y bueno, nada más salir de la casa de Juani, estaba el cerrajero frente a mi puerta, como me lo imaginaba.
-Buenas noches.- Dije, y el señor solo murmuró un "Buenas noches" de una manera un poco seca.
En realidad, tampoco lo culpo, era tarde y debía estar cansado.
El hombre preparó lo que necesitaba para abrir la puerta y en un abrir y cerrar de ojos, la abrió. Yo me quedé perpleja. ¿Mas de dos horas esperando para que al final solo tardara dos segundos en abrir la puerta?
- La próxima vez tenga más cuidado.- Dijo con voz medio molesta y se fue.
A mi me molestó un poco su respuesta, pero no dije nada, evidentemente.
