En cuanto vi como Blas puso un pie fuera de mi casa, agarré mi teléfono para llamar a mi hermana.
No quería estar sola, pero tampoco iba a obligar a Blas a que se quedara conmigo, ya que no era su deber ni mucho menos.
Le dije que viniera para poder contarle mis penas, y no titubeó.
Aunque cuando vino, comencé a arrepentirme.
- ¿Entonces ese tal Blas te invitó a un boliche?
Asentí.
- Eso quiere decir algo.
- ¿Ya empezamos?
- No, ya empezamos no, te estoy diciéndo la verdad. ¿Qué clase de chico invita al boliche a una chica que recién conoce?
- Uno que quiere ser amable.
- Que ingenua eres, hermanita.
Rodé los ojos.
- Dale, si esta pequeña cita que ha planeado sale bien, te va a invitar más veces. Y tú vas a decir qué sí. - Me dio un codazo juguetón.
- sos una pelotuda.
- Ajá.
Nos quedamos hablando por horas, hasta que ya solo me quedaba una hora antes de que Blas y Juani pasaran a recogerme.
-Boluda, andate ya que se me va a hacer tarde. - Dije, y me levante para ir a mi habitación a cambiarme.
Pero Megan me siguió hasta mi habitación.
- No pienso irme. Te voy a ayudar a vestirte y te voy a acompañar hasta el coche de esos dos. - Dijo con un tono decidido, por lo que no me opuse.
- Dale pues. -me senté en mi cama y espere a que Megan hiciera su magia.
- Mira, te vas a poner esto, con esto otro, y te vas a poner estas botas. Ah, mirá este bolso te quedaría divino. - Comenzó a sacar un montón de ropa de mi ropero y a tirarla en mi cama.
