𝐉𝐚𝐮𝐧𝐞'𝐬 𝐍𝐞𝐯𝐞𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐍𝐢𝐠𝐡𝐭𝐦𝐚𝐫𝐞 - (𝐓𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐢𝐝𝐨)✓

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Descargo de Responsabilidad: No soy dueño de RWBY ni de Bloodborne. Ambas series pertenecen a sus respectivos estudios y compañías.

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Se oyeron fuertes pasos mientras Jaune bajaba con cuidado las escaleras. Con una linterna en la mano y proyectando un suave brillo amarillo, afortunadamente no era la única fuente de luz.

Talladas en las paredes de la escalera, mujeres afligidas vestidas en hábitat de monjas con telas cubriéndose los ojos sostenían candelabros en sus manos. Las estatuas lloraban sangre, pero en un abrir y cerrar de ojos desapareció, casi como si se lo hubiera imaginado. Dejando sólo rostros apesadumbrados que miraban las velas encendidas con desesperación.

A Jaune le gustaba su confiable linterna de mano sobre mujeres espeluznantes llorando sangre y sosteniendo velas encendidas en tumbas olvidadas.

Finalmente, la escalera llegó a su fin y conducía a un camino que conducía a una sala abierta con aún más estatuas de mujeres afligidas y suplicantes.

"¿Que pasó aquí?" Murmuró para sí mismo, ignorando el sabor del aire viciado en su lengua. Una clara mejora respecto al fuego y las cenizas que todavía se negaban a dejar en paz sus papilas gustativas. Había tratado de eliminar el sabor, pero persistió y nunca se fue. Si bien la apariencia de Ren lo había "limpiado" de lo que lo afectaba, las cicatrices persistían. Si alguna vez sanaría, o si simplemente tendría que acostumbrarse al sabor del fuego y las cenizas, no lo sabía. Tampoco se atrevía a tener esperanzas.

Ojos duros recorriendo las estatuas afligidas y suplicantes. Comparados con los pequeños que se alineaban en la pared, estos eran mucho más grandes, de tamaño totalmente humano. Parecía casi como si las mujeres hubieran quedado atrapadas en piedra, con sus lágrimas y rostros suplicantes atrapados para siempre en sus prisiones de piedra.

Buscando rápidamente en el cadáver fresco , sacó una pequeña piedra preciosa de sangre templada. Frunció el ceño mientras inspeccionaba al hombre muerto. No le gustó nada lo fresco que estaba el cadáver. La sangre todavía era carmesí y, aunque olía mal, olía a sudor y suciedad en lugar de podredumbre. No había signos de ningún tipo de descomposición.

Si bien Jaune no se llamaría a sí mismo detective ni nada por el estilo, conocía los cadáveres. Habiendo visto de todo, desde personas recién asesinadas hasta cadáveres viejos y en descomposición con el pecho hundido. O esta persona había sido asesinada recientemente o estaba sucediendo algo más.

Apretando su agarre alrededor de Crocea Mors, miró a su alrededor, listo para que algo, cualquier cosa, surgiera de las sombras. No llegó nada, pero Jaune sabía que Yharnam tendría algo reservado para él. En la línea de mal en peor y apocalíptico, Yharnam simplemente no había elegido qué sabor de mal quería enviarle esta noche.

Mientras bajaba las escaleras, Jaune frunció el ceño. Piedra blanca cincelada y esplendor convirtiéndose en lúgubres ladrillos rojos perforando el mortero desmoronado. Las estatuas que sostenían velas encendidas fueron reemplazadas por candelabros oxidados con velas viejas que habían sido apagadas. Cuanto más bajaba la escalera, más se rompía el mortero. Hasta que finalmente puso un pie en el suelo y pasó bajo el arco.

Al poner un pie en una habitación casi a oscuras, un gruñido bajo lo amenazó. Y Jaune sabía exactamente lo que Yharnam le había enviado. Un par de enfermizos ojos amarillos brillaban intensamente en la oscuridad mientras una Bestia de la Plaga merodeaba en las sombras. Enviándole una mirada llena de odio. La bestia había perdido cualquier tipo de apariencia humana, habiéndose transformado completamente en un monstruo lobo trastornado. Lo único que señalaba lo que había sido, eran sus brazos y piernas alargados con un torso humano. El resto era sólo pelaje negro enfermizo con algunas calvas, junto con dientes y garras bestiales.