Francisco siempre había sido un modelo para seguir en lo que respecta a los jóvenes, era el hijo con el que todos los padres soñaban tener, las chicas de su instituto y de la congregación siempre lo buscaban y fantaseaban con algún día poder casarse con él, y no era para esperar menos del monaguillo de la iglesia y de los alumnos mejores dotados del instituto, era el chico perfecto, hasta esa tarde, esa tarde donde decidió confesarse.
- Padre yo...no sé cómo decirle esto -
Francisco había acudido a la iglesia desesperadamente porque sentía que este nuevo y entrañable sentimiento lo estaba asfixiando, y supo que la persona indicada que lo podría ayudar con su abominable problema era el Padre de su congregación.
- Hijo mío, no temas en confesar tus pecados conmigo -
Francisco tomó una respiración profunda y se armó de valor para por fin decir lo que le llevaba martillando el cerebro durante algún tiempo.
- Y-yo...estoy teniendo pensamientos homosexuales -
Su confesión sonó como un susurro en medio del silencio sepulcral de la lujosa y antigua iglesia, Francisco no se podía imaginar que esa confesión cambiaría su vida por completo.
-
Francisco miraba el paisaje de la carretera desde el asiento de atrás del auto, habían pasado varias horas viajando y el viaje era agobiante, Francisco ya no toleraba la incertidumbre y curiosidad que le daba saber al nuevo lugar donde iría. Tras su confesión, el Padre de la congregación buscó ayudarlo y lo hizo sentir mejor diciéndole que Dios puede perdonar pecados tan grandes incluso como la homosexualidad, pero que tenía que tratarla, por aquello habló con sus padres y les recomendó un instituto para chicos que sufrían el mismo problema.
Sus padres desconfiaron al principio por los rumores de que muchos chicos no volvían a salir o que eran heridos y maltratados con torturas graves, pero se vieron impulsados por el caso de un chico de la congregación que venía de ese instituto por el mismo problema y ahora se encontraba de maravilla e incluso estaba comprometido con una apuesta jovencita, así que con emoción y anhelo decidieron buscar cupos en el instituto con la recomendación del padre, y lo consiguieron.
Por otro lado, Francisco no podía estar más emocionado, quería curarse lo más pronto posible para volver a su vida normal, últimamente esos pensamientos no lo dejaban dormir en la noche y lo hacían llorar de culpa, él solo quería tener una vida llevadera y normal, casarse con una servicial esposa y tener hijos a los cuales amar y cuidar, y ser homosexual no se congeniaba con sus planes de vida.
- Llegamos - Anunció su padre cansado.
Al bajar del auto Francisco pudo divisar el gran instituto, era bastante grande y alto, tenía varios edificios, pero lo que más resaltaba eran sus grandes muros alrededor del instituto, tan prominentes y exuberante que casi no dejaban ver los altos edificios desde dentro.
- Buenos días, Señor y Señora Romero, los estábamos esperando - Hablaba un hombre mayor quien parecía ser el director del instituto, él mencionó que era una visita especial, pues nadie solía inscribirse a mitad de año, pero al tener el asunto urgente y al venir con una recomendación del padre no pudo abstenerse de aceptar a Francisco.
- Este instituto también funciona como internado, así que su hijo podrá vivir aquí junto con los otros chicos en un pequeño piso, cada uno en sus habitaciones obviamente -
A Francisco le calmaba la idea de compartir piso con chicos que estén pasando por lo mismo que él y que quieran curarse tanto como él, esperaba ser lo más amable para poder hacer amigos nuevos.
Llegó la parte de la despedida, se tuvo que despedir de su madre quien lloró y le dijo que lo extrañaría, y de su padre quien solo le dijo que saldría siendo todo un hombre, y aunque Francisco también le dolía dejar su vida normal por unos meses, él estaba dispuesto a todo por curarse de una vez.
Ingresó junto con el director aún edificio bastante grande y prominente, subieron varias escaleras hasta llegar al piso que le correspondía, por lo que escuchó Francisco, los juntaban según la edad, de esta forma su proceso de curación y sanación podía ser entendida por los otros y de esa forma podrían ayudarse mutuamente.
- Buenos días - El hombre abrió la puerta de golpe y levantó mucho la voz, haciendo que todos salieran de sus habitaciones y se juntaran en la sala, todos estaba erguidos y quietos, todos parecían de su edad y eran bastante altos y atractivos, pero en especial uno de todos se había robado toda la atención de Francisco quien se golpeó mentalmente por tener ese tipo de pensamientos apenas entraba al internado.
- Él es Francisco, el nuevo, sean buenos y quiero que mañana lo acompañen a su salón para recibir clases -
- ¡Si señor! - Todos respondieron al unísono, eran en total 7 chicos los que se encontraban ahí.
- Por cierto, Francisco, solo como aviso, en este lugar estamos muy pendientes de cada paso y cada respiración que dan nuestros alumnos, y cualquier actitud sospechosa, será castigada -
- Bien...
- ¡Dime "Si señor"! - Exigió el hombre mientras gritaba y sus ojos lo miraban con enojo.
- Si señor... -
Tras ese momento incómodo, el director se fue de la acogedora sala, y cuando sonó el sonido de la puerta cerrándose, todos los chicos que se encontraban ahí se relajaron y se sentaron y otros caminaron alrededor del espacio de forma calmada y amena y eso le hizo sentir menos miedo a Francisco.
- Que guapo eh - Un chico se acercaba a él peligrosamente mirándolo fijamente, el chico era rubio y ojos azules, muy bello para Francisco, pero se alarmó bastante ante la actitud del rubio.
- E-em...gracias - Respondió un ruborizado Francisco causando risas entre los chicos del piso.
- Déjalo, no lo asustes - Respondió ahora él chico guapo que le había llamado la atención a Francisco y sonrió tímidamente ante su acotación.
- ¿Asustarlo? Estoy tirando halagos, miles de hombre se morirían porque yo les dijera guapos - Decía el rubio mientras se paseaba lentamente por el espacio.
- Si, Santi, lo que tu digas - Habló ahora un chico de rulos un poco bajito con respecto a los otros, también tenía unos ojos azules preciosos igual que el tal Santi.
- Bueno, es hora de la presentación ¿no? - Volvió a hablar Santi mientras le rodaba los ojos al chico que había hablado ante.
Francisco agradeció internamente que se hayan decidido presentar primero, eran 7: El rubio que le había hablado primero era Santi, el que le había llamado la atención era Esteban, y el de rulos era Juani, luego estaban los demás: Matías, Felipe, Blas y Jeronimo. Francisco se presentó siendo lo más amigable posible, pero tratando de no ser tan afeminado para que sus nuevos compañeros no pensarán nada malo de él.
Tras la presentación, le mostraron su cuarto, el cual era pequeño pero era lo suficiente para poder permanecer ahí, el que más mostró interés en mostrarle el lugar fue Jeronimo, mientras que el resto jugaba a las cartas, después de la presentación Francisco fue invitado a jugar cartas junto a ellos, este no lo dudó ni un momento y aceptó, necesitaba conocer y causar una buena impresión con sus nuevos compañeros, Francisco solo quería que su proceso de curación fuera lo más amena y menos dolorosa posible, lástima que eso era imposible.
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"Vivir" esteban x francisco
FanfictionEn los enigmáticos años 60's, Francisco entra en un internado de conversión para homosexuales donde conoce a Esteban, quien le enseña a vivir.