Beso descubierto

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Francisco se preparaba para ir a otro agotador día de clases, el último fin de semana no pudo descansar bien, por lo cual se notaba cansado y decaído, así que recogió sus cosas y se alistó para irse.

Ya estaba en la puerta saliendo con los demás, ya avanzando con los demás, se pregunta si guardó su cuaderno de matemáticas, revisa en su mochila y se da cuenta que efectivamente se le olvidó, corrió lo más rápido que pudo de regreso y fue hasta su habitación. Ya en su habitación agarró lo que necesitaba y estaba dispuesto a irse para no llegar tarde a su primera clase de la semana.

Ya fuera de su habitación, comienza a escuchar murmullos y pequeños jadeos, junto con roces de labios, Francisco estaba dispuesto a ignorarlos y seguir para no perderse su clase, pero la curiosidad le ganaba, y el interés de saber quiénes estaban detrás de la puerta, así que se acercó lentamente hacía la puerta.

El sonido de los besos cada vez se hacía más ruidoso, Francisco ya estaba casi tocando la puerta, pero inesperadamente se tropezó con su propio pie cayendo de cara contra la puerta, se tiró para tras y de un momento a otro los de adentro de la habitación salieron, y ahí Francisco pudo ver a los protagonistas del beso.

Blas y Felipe.

Estos se notaban nerviosos y preocupados, pero sobre todo Blas quien lo veía apenado y se escondía detrás de Felipe. Francisco tenía miedo y sentía como su mente lo abrumaba, en medio del pánico decidió levantarse y correr hacia su clase, ignorando por completo los llamados de Felipe y Blas.

Las clases pasaron y con esto aumentaba la psicosis de Francisco a quien no le paraba de dar vueltas la cabeza, no sabía que hacer, ni si debería decírselo a alguna autoridad, pues era una falta muy grave, y aunque pretendía realmente hacerlo, recordó cuando Blas lo ayudó y cuando Felipe fue amable por él, pero sabía que si lo ocultaba estaba haciéndose cómplice pero además estaba retrasando su proceso de curación, y si los seguía encubriendo, haría que quedaran más enfermos.

En el almuerzo, Francisco almorzaba con los demás lo hacía en silencio mientras miraba a Felipe y a Blas, quienes se veían angustiados y ansiosos y tampoco le quitaban las miradas de encima, Francisco para dejar de martiriarse, les esquiva las miradas y se detiene a mirar a Esteban. Sabía que estaba mal verlo de esa forma, pero era inevitable, y aunque en contra de su moral, se imaginó a si mismo con Esteban besándose, igual que Felipe y Blas.

La idea lo sonrojó y lo puso nervioso, pero inmediatamente negó ante sus pensamientos indecorosos, no podía olvidar el beso, y solo quería que lo besara una vez más, no le importaba tener que llorar y pedir perdón en la noche a Dios, sin embargo, Esteban desde el beso le dejó de dirigir la palabra y casi ni lo miraba. Era lo correcto que Esteban se alejara de él y que se enfocaran en su recuperación, pero aun así le dolía y le entristecía saber que quizás jamás lo volvería a besar.

Tras terminar la jornada diaria, regresaron a casa, Francisco recibió un par de azotes y reglazos, pero los soportó y se dedicó a descansar, estaba dispuesto a dormir toda la tarde por el dolor, pero el golpe de la puerta de su habitación lo interrumpe, Francisco dijo que pasarán y se dejó ver desde fuera de la puerta a Felipe y Blas quienes cerraron la puerta detrás de ellos.

- Tenemos que hablar - Felipe empezó a decir, acercándose a la cama de Francisco con Blas detrás de él, el que estaba acostado asintió esperando la explicación que necesitaba.

- Yo y Blas somos novios - Francisco sintió escalofríos ante la confesión de Felipe - Sé que es raro para ti, pero por favor no digas nada, nos podrían hacer cosas horribles si se enteran -

Francisco estaba como una estatua, no podía moverse ni decir nada, estaba dispuesto a hacer lo correcto y decirles a las autoridades, pero al ver a los dos ahí, Felipe abrazando a Blas y este se refugiaba en los brazos del otro, se podía percibir el amor y el cariño a kilómetros, Francisco no pudo evitar endulzarse ante la emotiva escena.

- E-está bien, entre putos nos ayudamos, ¿no? - Blas sonrió ante la respuesta de Francisco y todos sonrieron cómplices, Francisco, aunque con algo de recelo comenzó a preguntar cosas sobre su relación y cosas de esa índole, los tres estaban sentados en la cama, la comodidad influyó en toda la habitación, a pesar de saber que lo que hacía estaba mal, Francisco sentía que había hecho lo correcto.

Todos reían hasta que fueron interrumpidos por el fuerte golpe a la puerta principal del piso, y conjunto el llamado fuerte e imponente del director.

- ¡Abran! - 

"Vivir" esteban x franciscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora