𝐄𝐭𝐚𝐩𝐚 𝐕𝐈 (𝐩𝐭𝟏): 𝐀𝐬𝐢𝐦𝐢𝐥𝐚𝐜𝐢ó𝐧

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"Lo que vemos, cambia lo que sabemos. Lo que conocemos, cambia lo que vemos."

—¡Hey! ¡Despierta, Tomioka!— Dijo con fastidio el pilar del viento, mientras tocaba la mejilla de Giyu con su dedo, en un intento de que despierte

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—¡Hey! ¡Despierta, Tomioka!— Dijo con fastidio el pilar del viento, mientras tocaba la mejilla de Giyu con su dedo, en un intento de que despierte. Estaba de cuclillas frente a Tomioka, llevando largo rato esperando que despierte.

El peli-negro se revolvió en la sábana, con pereza. No quería levantarse, y estaba haciendo berrinche a su modo, cosa que irritaba al de ojos violeta.

—Levántate, Tomioka.— Le dió un pequeño golpe en la cabeza. —No tengo todo el día.— Sí, ese era su mejor intento de ser "amable".

Los ojos azules del azabache se fueron abriendo. Lo primero que pasó, fue que hizo contacto visual con el albino unos segundos. Haciendo que este se parara rápidamente y le diera la espalda, claramente se había sonrojado y no lo iba a aceptar.

A Giyu le pareció... ¿Raro? Pero, no que le importe mucho. Solo estiró sus brazos y piernas con pereza, para al final, levantarse.

—Apúrate, estuve media hora tratando que despiertes. Pierdes el tiempo.— Comentó el oji-violeta, ya más calmado, pero claramente preguntándose el porque de su sonrojo.

Por más de haber recordado la mayoría de cosas, seguía en un proceso de asimilación de sus sentimientos hacia el peli-negro y de la situación que los une.

Ahg...— Suspiró finalmente el pilar del viento, y ambos salieron de la habitación.

Irían primero a desayunar, y luego a buscar pistas sobre el demonio, consultando a una que otra persona.

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Encontraron un puesto de comida no muy lejos de su lugar de hospedaje. Y ahí mismo desayunaron, en un silencio, un tanto incómodo para ambos jóvenes. No es que fueran los mejores en sacar temas de conversación, a parte de que se llevaban "fatal", o eso quería hacer parecer el albino.

Se encontraban terminando de comer sus alimentos, pero los gritos de una señora notoriamente desesperada, los interrumpieron.

—¡MI HIJA! ¡HIJA!— Gritó la señora de edad avanzada. —¡MI NIÑA! ¡MALDITO MONSTRUO! ¡MI ÚNICA NIÑAA! Sonaba desgarrada, sin consuelo alguno. Contando que se echó a llorar en la calle al frente de su casa, todos la veían con gran preocupación, incluyendo a los pilares que estaban observando todo, impactados.

El oji-azul tuvo gran preocupación y compasión por la señora, que lloraba de forma dolorosa. Se acercó a ella con cautela, arrodillándose a su nivel.

—Disculpe, señora... ¿Se encuentra bien?— Preguntó tocando el hombro de la mujer, su voz sonaba tranquila en un intento de calmar a la anciana.

ᴇᴛᴀᴘᴀꜱ ᴛʀᴀꜱ ᴇꜱᴀ ɴᴏᴄʜᴇ || SaneGiyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora