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- Ron Anderson, era adolescente de unos 15 años que vivía junto a su familia en Alexandria desde que el caos comenzó en el mundo. Un día, un grupo llegó a este lugar, a Ron le llamó la atención un chico, alto, castaño y con ojos azules. Desde que el grupo llegó a Alexandria, Ron quería hablarle a el castaño, pero no se animaba.
Unos días más tarde, Carl se encontraba sentado en el porche de su casa, con su hermana en brazos y perdido en sus pensamientos hasta que un chico rubio se le acerco y lo saco de sus pensamientos.
-Hola...soy Ron...eh...tu debes ser Carl, ¿cierto?- Dice el rubio con algo de nervios, mientras que el castaño lo miraba.
-Hola...si, soy yo. ¿necesitas algo? - Dice amablemente con una sonrisa, haciendo que el rubio se sonrojara.
-Yo...eh...si, quería saber si quieres venir a mi casa, a jugar videojuegos...- Dice mientras se sienta al lado de Carl.
-Eh...Claro...-
Los dos adolescentes se quedan charlando un buen rato, pasaron tanto tiempo hablando que se había hecho de noche. Ron se despidió de Carl y se fue hacia su casa, el castaño hizo lo mismo.
... Al día siguiente, Carl se despertó y bajo las escaleras para desayunar junto a su padre y hermana. Carl saluda a su padre, y se sienta en la mesa. Luego de desayunar, Carl se va a bañar y a vestir.
...
Yendo con Ron, el apenas se levantaba. Daba la casualidad de que su padre no estaba en la casa, cosa que convertía la casa en más tranquila. Ron desayuna junto a su madre y hermano, y luego se viste y acomoda su habitación.
media hora después, llega Carl a la casa de los Anderson. Este toca la puerta, para que unos segundos más tarde le abra una mujer.
-Hola, soy Carl Grimes. Vine a visitar a Ron, supongo que eres la madre de el...¿cierto?- dijo el castaño con una cálida sonrisa en su rostro.
- ¡Hola! así es, soy Jessie Anderson. Adelante, Ron esta arriba en la habitación de la derecha. - Dice la mujer con una sonrisa amable, mientras deja pasar a Carl.
Carl entra a la casa y sube las escaleras, tocando suavemente la puerta de la habitación de Ron. unos segundos más tarde el rubio abre la puerta, dejando pasar a Carl.
-¡Hola Carl! Ven, pasa- dice el rubio sonriéndole a Carl, haciendo que este se sonroje.
Pasaron las horas, los chicos jugaban videojuegos mientras ya se iba haciendo de noche.
