Un Enigma Menos

38 2 0
                                    

Izuku avanzaba por el camino polvoriento, siguiendo las indicaciones que lo llevarían a su destino. A lo lejos, divisó la silueta de una imponente puerta de metal, cubierta de musgo y enmarcada por el desgastado concreto de la fábrica abandonada. El crepúsculo pintaba el cielo con tonos anaranjados y violetas, mientras los últimos rayos de sol se filtraban entre las grietas de las ventanas rotas, bañando el paisaje en una luz fantasmagórica. Con cada paso, el crujido de sus zapatos sobre las piedras sueltas resonaba en el aire tranquilo, mientras el viento susurraba entre los escombros, creando una atmósfera de misterio y anticipación. Con un leve estremecimiento de emoción, Izuku se acercó a la puerta, consciente de que estaba a punto de adentrarse en lo desconocido. Con cuidado, empujó la pesada estructura, dejando que se abriera lentamente ante él, revelando las sombras y secretos que aguardaban en el interior de la fábrica abandonada.

-¡Hola! -llamó Izuku, su voz resonando en el vacío de la fábrica.

La fábrica estaba en ruinas. Fragmentos de maquinaria antigua yacían esparcidos por el suelo, y las ventanas rotas dejaban entrar haces de luz que iluminaban el polvo en el aire. A medida que avanzaba con cautela, sus pasos resonaban en el vasto espacio vacío

De repente, una figura emergió de las sombras. Era Targtalia, con una sonrisa enigmática en su rostro.

-Puntual, me gusta eso -dijo Targtalia, su voz firme y segura.Izuku tragó saliva y se detuvo a pocos pasos de él, intentando mantener la calma. Sentía que este encuentro era decisivo para lo que estaba buscando.

-¿Por qué me has citado aquí? -preguntó Izuku, sin poder evitar que un ligero temblor se colara en su voz.

Targtalia sonrió, despreocupado, como si la situación no fuera nada fuera de lo común.

-Sígueme, chico. Te lo explicaré en el camino -dijo, girándose y comenzando a caminar hacia el interior de la fábrica.

Izuku dudó por un momento, su instinto de precaución activándose. ¿Podía confiar en Targtalia? A pesar de sus dudas, decidió seguirlo, manteniendo una distancia prudente.

-¿A dónde vamos? -preguntó Izuku, intentando mantener la calma mientras sus ojos recorrían el lugar, buscando cualquier señal de peligro.

-A un lugar donde puedas obtener algunas respuestas -respondió Targtalia sin volverse, su tono todavía ligero-. No te preocupes tanto. Si quisiera hacerte daño, ya lo habría hecho.

Izuku tragó saliva, aún sintiéndose nervioso pero decidido a descubrir qué tenía Targtalia para él. Continuaron caminando entre los escombros y las sombras, con Izuku manteniendo la guardia alta mientras se adentraban más en la fábrica.

Izuku y Targtalia continuaron caminando entre los escombros y las sombras. La atmósfera era tensa, pero Targtalia parecía completamente relajado, silbando una melodía tranquila mientras guiaba a Izuku por el laberinto de la fábrica abandonada.

Finalmente, llegaron a una puerta metálica semiabierta al fondo del edificio. Targtalia la empujó con facilidad y entraron en una amplia sala iluminada por tenues luces fluorescentes. En el centro de la sala había una mesa de metal con varios dispositivos electrónicos esparcidos sobre ella.

-Bienvenido a mi pequeño escondite -dijo Targtalia, girándose para enfrentar a Izuku con una sonrisa-. Aquí es donde se resolverán tus dudas.

Izuku observó el lugar con cautela antes de hablar.

-Entonces, ¿cuál es el propósito de todo esto? ¿Cómo puedes ayudarme si no tengo un Quirk? -preguntó, intentando ocultar su impaciencia.

Targtalia se acercó a la mesa y recogió un pequeño dispositivo que parecía una mezcla entre un reloj y un escáner.

El Doce De Los Heraldos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora