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verla entrar a la habitación, vistiendo mi remera, con sus pelos medio despeinados, y en su mano sosteniendo una guitarra, me hacía sonreír como un bobo, admirándola con tanto amor, que hasta yo me sorprendía

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verla entrar a la habitación, vistiendo mi remera, con sus pelos medio despeinados, y en su mano sosteniendo una guitarra, me hacía sonreír como un bobo, admirándola con tanto amor, que hasta yo me sorprendía.

Tranquila, se sentó al frente mío, sonriéndome y alcanzándome la guitarra, que la tome sin problema, acomodándola en mi regazo.
Ella, risueña, veía como tocaba algunos acordes, mientras abrazaba sus piernas, y descansaba su cabeza en sus rodillas.

—Después de la muerte...el cerebro vive por siete minutos para poder repetir tus mejores momentos...

Hablo en un tono bajo de voz, con una mini sonrisa en su boca. Yo, para prestarle atención, deje de tocar, mirándola fijamente.

—¿Y sabes algo?

Susurro sin romper ese contacto visual.

—¿Que?

Divertido, deje de lado la guitarra, para que de un movimiento, tomando su mano, la hice sentar en mi regazo.
Pase mis manos por su cintura, y ella suavemente, enredó sus dedos en mi pelo.

—Vos vas a ser esos siete minutos...mis siete minutos.

Rio tiernamente, contagiándome enseguida su risa.
De apoco, sentí como algo dentro de mi brotaba, era demasiada felicidad y amor, al verla ahí, tan tierna y inocente, mirándome con vulnerabilidad.

—Y vos también vas a ser mis siete minutos...

Deje un beso corto en sus labios, mientras ella sin vergüenza, pasaba sus manos por mis brazos desnudos, hasta mi pecho y de ahí me abrazo, apegándose mas a mi.
Ahí me di cuenta que es donde quería estar siempre, entre sus brazos y besos.

—Entonces...¿Que va a pasar ahora?

Me anime a preguntar. Mila, solo ladeo su cabeza, mirándome con esos ojos que me volvían loco.

—Va a pasar, lo que tenga que pasar...

Susurro una vez mas, con su voz embriagante, y sus dedos ,ahora, acariciando el contorno de mi cara.
Por ultimo, dejo un beso en mi mejilla.

—¿Y si nos vamos?

—¿A donde?

Alzo sus cejas graciosa ante mi repentina pregunta.

—No se, por ahí, juntos...

Acomode su pelo, mientras ella acariciaba mi espalda.

—¿Escaparnos juntos?

Inocente me cuestionó.

—Si...

Musite sobre sus labios, mirándolos tentadoramente, antes de volver mi vista a sus ojos.

—¿A donde?

—Donde vos quieras...pero juntos.

Un silencio se hizo entre nosotros, mientras no nos dejábamos de ver. Pero nos veíamos con amor, un amor que era imposible de romper, uno que era como un lazo entre nuestras miradas, que se atraían todo el tiempo, sin miedo, sin vergüenza, pero con pasión y deseó.

Por eso, estos momentos generaban en mi, saber que quería estar con Mila para siempre, casarme, tener hijos y hasta morirme a su lado; por que ella siempre fue diferente al resto.
Siempre me trato normal, no como un famoso o "el rubio de airbag", Mila siempre me amo por lo que soy, no por lo que tengo a mi al rededor.

Entonces, me anime a decírselo...

—Vos y yo, nos vamos a casar, vamos a tener muchos hijos y por ahí un perro... solo uno, vamos a vivir en una casa algo afuera de la ciudad y que sea grande, de dos pisos.

Riendo, me miro con ese destello de ilusión en sus pupilas, y me dio un beso antes de hablar.

—¿Si? ¿Que mas?...

Alzo un poco mas su rostro, apegándolo mas al mío, para que quede un roce matador en nuestras bocas.

—Te voy a hacer el amor apenas nos despertemos...y antes de dormir, es mas, ni me molestaría tomar las tres comidas con tan solo poder hacerte mía...

Completamente roja, me miro unos segundos, y escondió su cara en mi cuello, ganándose mi carcajada.

—Te digo de verdad...

Hable entre risas, y Mila, al igual que yo, me abrazó mas fuerte, uniendo nuestros labios en un beso, que de apoco, fue tomando otro camino.
Lentamente, me fui dando vuelta, dejando que Mila descanse debajo mío, mientras el beso no se rompía, y las caricias aumentaban.
Una vez mas, me dejo cumplir lo que minutos antes le dije.

                                      ....




Tranquilo, pasaba mis dedos por el brazo de Mila, que estaba profundamente dormida en mi pecho.

Mi mente estaba en otro lado, pensando en todo lo que paso últimamente, y como Mila volvió a mi vida, así de la nada, dando vuelta mi mundo en dos segundos, como si de algo normal se tratase.
Todo eso me llevo a cuando la conocí por primera vez, cuando la bese por primera vez, pero sobre todo, cuando ella se fue.

Esa secuencia fue algo que me marco bastante, y hasta ahora era algo que dolía, pero al fin y al cabo, la tengo acá conmigo, durmiendo en mi pecho, desnuda, y aferrada a mi torso. Nada mejor.

Y de pensar tanto, mi vista se fue a su guitarra acústica, que ahora descansaba en un pequeño sillón individual que tenía en frente de la cama, terminándome de convencer que hiciera una canción, algo para ella.
Por eso, con cuidado, la separe de mi, y me levante agarrando la guitarra y saliendo a su terraza; cerré la ventana, me senté en el piso y mire al cielo estrellado, acordándome de que su planeta favorito era Saturno. Por eso, empecé a tocar con mis ojos cerrados, dejando que mis dedos se ocupen de todo.

No se cuanto tiempo estuve ahí, pero de apoco, empezó a amanecer, y una Mila adormecida, apareció por el ventanal, sentándose a mi lado, apoyando su cabeza en mi hombro.

—Me desperté por que no te sentía a mi lado...

Refregó sus ojos como cuando una nena chiquita tiene sueño, y me miro apoyando ahora su mentón.

—insomnio...

Su mano, acuno mi cara, acariciandola levemente antes de darme un beso corto.

—Te amo Mila...Mucho.

Su nariz roso la mía, mientras su mano pasaba por mi nuca, apegando mis labios a los suyos, donde rápidamente, se sentó en mis piernas, pasando sus brazos por detrás de mi cuello, moviendo un poco sus caderas, matándome con su sensualidad.

—Y yo a vos Guido...mucho.

Y me quede con esa imagen, de ella hermosa, con el amanecer de fondo, la guitarra a un lado, y sus ojos azules enamorándome cada vez mas.
Definitivamente Mila era algo por lo cuál yo daría hasta mi vida.

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Mila,Saturno y el Río || Guido Armido Sardelli. Vol 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora