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Frente a esa puerta, cerré mis ojos unos segundos, para mover ligeramente mi cuello, suspirando profundamente

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Frente a esa puerta, cerré mis ojos unos segundos, para mover ligeramente mi cuello, suspirando profundamente.
Una parte de mi no estaba lista para entrar a esa casa, donde me traía varios recuerdos, la mayoría malos; pero mi otra mitad si necesitaba hacer esto, necesitaba sacarse esa mochila de la espalda que pesaba cada vez mas desde que salí del hospital.

Nerviosa mire a mi costado, viendo la ex casa del rubio, que también me traía mucho recuerdos, desde la primera vez que lo vi, hasta la ultima.

Ansiosa, y sin dar mas vueltas toque la puerta tres veces, bajando mis brazos segundos después, y apretando mis manos algo sudorosas, moviendo mi pierna algo impaciente.
Eso hasta que se abrió la puerta.

—Mila.

Mi mamá, ya con su pelo algo mas canoso, y su piel un poco mas arrugada, me vio sorprendida, para después taparse su boca y abrazarme felizmente, sin dejarme de nombrar.

—Hija...

—Hola ma.

Fue lo único que pude decir, mientras sentía como mi mamá acariciaba mi pelo, y besaba mi mejilla.
Emocionada, me dejo pasar, a lo que yo como de costumbre, fui a sentarme en la mesa de la cocina, que no pude evitar ver que estaba igual que siempre.

—¿Queres algo para tomar?

—No esta bien...no tengo mucho tiempo tampoco, vengo a decirte algo

Al ver la seriedad y frialdad en mis palabras, preocupada me miro, tomando asiento en frente de mi, agarrando mis manos.

—Decime...

—Me diagnosticaron con el mismo tumor que Dante, solo que el mío no es tan grande y avanzado como el de él.

Hable directa y concisa, mirándola a los ojos, observando como los suyos se llenaban de lagrimas, y su cara mostraba una notoria lastima y tristeza.
Una de sus manos se separó de la mía, y fue directo a su boca, dejando salir las lagrimas.

—¿Como?

—No me voy a morir, pero tengo que estar pendiente...voy a estar bien ma

Angustiada, toca su pecho y respira profundamente.

—¿Te sentís bien vos...estas bien? ¿Acompañada?

—Si..

Sonriendo un poco, asentí con mi cabeza.

—Estoy con Guido ma, el me esta cuidando...

Apoye mi cara en la palma de mi mano.

—Me quedo tranquila, el siempre te protegió de todo...

Acaricio mi mejilla, sonriendo al igual que yo.

—Va a estar todo bien...

Ella solo suspiro, sin dejar se verme.

Mila,Saturno y el Río || Guido Armido Sardelli. Vol 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora