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Miraba su espalda desnuda, mientras que cocinaba tranquilo

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Miraba su espalda desnuda, mientras que cocinaba tranquilo. Por dentro mío, me estaba muriendo de nervios y ansiedad por darle la sorpresa que tenía guardada hace una semana, por eso sin molestarlo mucho, me baje de la mesada, y camine hasta el dandole un beso en el hombro y yendo para mi habitación.

Subí las escaleras, y me metí a la habitación, donde me senté en la cama, abriendo el cajón de mi mesita de luz y sacando el sobre que tenía el regalo.
Sonriendo, lo mire unos segundos y volví a salir de mi pieza para ir otra vez a la cocina, viendo a Guido mirando la pantalla de mi celular.

Cuando vio que volví a entrar por la puerta, giro mi teléfono, dejándome ver que en la pantalla se mostraba una llamada entrante, que era del Chino.
Por eso, tragué duro y camine en silencio, dejando el sobre a un lado, tomando mi celular. Me senté una vez mas en la mesada,dandole una ultima mirada a Guido antes de atender.

—¿Hola?

—¡Mi amor, recién me desocupe para poder llamarte!

—Ah...bueno, no pasa nada.

—¿Todo bien mi vida?

Si, todo bien.

Enseguida mire a Guido, que serio y sin hacer ruido, se acercó a mi, despacio. Mirándome fijamente, haciendo que mi piel se erice, me encerró entre sus brazos, quedando a centímetros se mi boca.

—¿No ibas a venir?, te estuve esperando.

—Se complicó, dudo poder ir, estoy a full con la banda.

Bueno, puedo ir yo, en una semana ¿te parece?

—No, no estoy...

Guido, me miró confundido, pero sin darle muchas vueltas, beso mi mejilla, y de ahí empezó a baja lentamente por mi cuello.
De a poco, sentí como sus manos, viajaban por mis piernas, hasta mi espalda baja, dejándolas ahí.

Bueno...¿segura que esta todo bien?

—Si...

Justo iba a decir otra cosa, pero una voz a su fondo, me hizo fruncir el ceño.
Al menos, ahora no me sentía tan culpable...

—¡Chino, ¿viste mis pantis?!

Sorprendida, reprimiendo una carcajada de amargura, abrí mi boca, mirando fijamente al rubio, escuchando esa voz de tonada española.

—Te exclaman, no pierdas tiempo, ayúdala a buscar lo que le falta.

—Mi amo-....

Pero justo le corte la llamada, dejando el celular a mi lado, y con una sonrisa mire a Guido, que se quedo viendo el celular con el ceño fruncido.

—¿Que paso?

—No se, estaba con alguien, que perdió su panti.

Divertida, pase mis brazos por su cuello, apegándolo mas a mi, abriendo mis piernas y dejando que se acomode mejor, pasando seductoramente sus manos por mi cintura.

—¿A si?

Con su voz ronca, hablo sobre mis labios, y risueña, bese sus labios para mirarlo a los ojos fijamente y volver a unir nuestros labios, sintiendo como nuestras lenguas peleaban y como sin querer un jadeo se escapo de mi garganta.
Pero antes de que llegue a mayores, me separe de el, mirando a mi costado y agarrando el sobre blanco, poniéndolo entre nuestras caras.

—¿Y eso?

—Sorpresa...

Susurre, y el curioso, se separó un poco de mi, agarrando el sobre, abriéndolo, desdoblando los papeles y leyéndolos detenidamente.

—¿Rio Negro?

Leyó en voz alta, para después, con una mini sonrisa, mirar el otro papel.

—Complejo de cabañas...

Volvió a leer, y pude ver como su sonrisa se ensancho mas, hasta que conectó sus ojos con los míos, mirándome con un brillo hermoso, y una ilusión tremenda.

—¿Vamos a escapar juntos no?...eso me dijiste.

—¿Enserio?

Contenta, asentí con mi cabeza, sonriendo mostrando todos mis dientes. Guido, sin perder tiempo, me volvió a abrazar, estampando sus labios contra los míos, mientras sus manos se enredaban en mi pelo.

—Te amo pipu...

—Te amo

Le respondí, sonriendo entre sus besos.
Contento, alzo sus brazos y soltó un grito, haciéndome escapar una carcajada.

—¿Cuando nos vamos?

—En una semana...diez días...

Me baje de la mesada, para abrazarlo por su espalda descubierta y dejar un beso en su hombro, apoyando mi pera ahí, para mirar su perfil. Ilusionado, miraba los papeles, leyéndolos una vez mas, pero esta vez, prestándole mas atención.

—¿Te gusta?

—¿Que si me gusta?

Alzando las cejas, me miro ñor sobre su hombro, para después darse vuelta.

—Me encanta Mila...

Felizmente, aplaudí y lo abracé, besando sus labios.

—Vamos a estar en una cabaña, tranquilos y vamos a poder tomar mucho...mucho vino.

Graciosa, apoye mi dedo anular en su pecho, haciendo un leve puchero con mis labios.

—Y te voy empomar en cada rincón de esa cabaña

—¡Armido!

Grite riendo, pegándole en el brazo mientras el, inocente, sonreía como un nene chiquito, mordiendo su labio inferior.

—Dios santo....

—Anda aflojando la pelvis...yo te digo...

—¡Callate!

Volví a repetir mi acción, antes que nuestras risas fueran interrumpidas por las miles y miles de llamadas del Chino, una tras otra.
Yo, rondando mis ojos, apagué el celular, dándolo vuelta, y volviendo a abrazar al rubio, que me recibió gustoso, para después besarme desesperadamente.

—Rio Negro, una cabaña, una cama y mucho vino...

Musite bajo, viéndolo a los ojos.

—Y sobre todo, sexo, mucho sexo...

Por sus palabras, nos quedamos mirando segundos antes de estallar en risas.
De todo lo que hizo por mi, al menos de apoco, se lo iba devolviendo....

 De todo lo que hizo por mi, al menos de apoco, se lo iba devolviendo

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Mucho mucho mucho setzo. Voten y comenten, adios. ❤️ las amo.

Mila,Saturno y el Río || Guido Armido Sardelli. Vol 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora