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Los dos estaban semi sentados en la camilla del hospital, mientras el rubio rodeaba a sus dos perdonas favoritas en el mundo con sus brazos, viendo la tierna escena del pequeño Dante sosteniendo con sus manitas, el dedo meñique de Mila, la cual ta...

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Los dos estaban semi sentados en la camilla del hospital, mientras el rubio rodeaba a sus dos perdonas favoritas en el mundo con sus brazos, viendo la tierna escena del pequeño Dante sosteniendo con sus manitas, el dedo meñique de Mila, la cual también lo miraba embobada.

Era el calco perfecto de ellos dos, aunque era un poco más parecido al rubio, ya que salió con su pelo color oro y varias facciones, pero con los ojos de Mila, que ahora estaban cerrados, dejando descansar sus pestañas en sus cachetitos un poco rojos, dandole una tonalidad hermosa a su piel blanca.

Guido y Mila estaban felices, como también algo aterrados por la nueva vida que se les venía, por los cambios. Y al ser primerizos en todo, generaba esa vorágine enorme que de cierta manera les gustaba.

Todo fue rápido, Mila dio a Luz a un bebe super sano, que por mas que haya costado algo el parto, haya sido doloroso y un poco largo, ella pudo por que tenía al rubio al lado, que sostenía su mano dándole la fuerza necesaria para que ella puje hasta que el llanto de su hijo se escuchara en aquella habitación de hospital.

Luego de todo el trabajo duro, ahora quedaba disfrutar, ya que el tiempo pasaba volando, y así Guido se dio cuenta, mientras los miraba con su mirada llena de amor, ternura y hasta se podría decir que con orgullo. Ver a ese mini bebe que tanto hicieron con amor, y ver a la vez a Mila que definitivamente para el era el amor de su vida, su perdición...se dio cuenta que valió la pena luchar tanto.

Aunque esa atención volvió a ponerse en su hijo, al igual que la de Mila, al ver como de apoco empezaba a moverse en los brazos de su mamá, haciendo alguna que otra mueca con su cara, hasta que por fin abrió sus ojos que eran celestes cómo el cielo, como el mar.

—Hola chiquito...

Susurro la morocha, acariciando con su dedo el puente de la nariz, generando que Dante relajado cierre sus ojos antes de volver a abrirlos, viendo a su mamá con un brillo hermoso en sus pupilas.
Al segundo, el mini Sardelli corrió su vista hasta su papá, ladeando un poco su cabeza, admirando la sonrisa que el rubio pintaba.

—Hola campeón...

Dijo tiernamente, y Dante embobado miro a los dos antes de soltar una sonora carcajada, que lleno de ternura y amor a sus padres.

—¿De que te reis loquito...?

Volvió a hablar Guido, pasando sus dedos suavemente por el poquito pelo del bebe, y acercándose unos poco centímetros, acariciando la mejilla de su hijo con su nariz , acto que a Mila le lleno el corazón de felicidad, quedándose con esa imagen de por vida.

Lentamente, el pequeño bebe al sentir el contacto de su padre, subió sus manitas hasta tocar su cara, que de forma encantadora, empezó a mover sus deditos sobre la piel de Guido, que lo miraba atontado como hace rato.

Después de esa escena, Mila acomodo mejor al bebe, de tal forma que quedo buen sobre su pecho, dejando que este coloque sus bracitos en su cuello, aferrándose al calor de su madre.

Mila,Saturno y el Río || Guido Armido Sardelli. Vol 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora