Cuando los labios de la señora Freeman pronuncian su nombre una sensación de pánico me invade, mi cuerpo comienza a temblar como una gelatina y me dan unas ganas de salir corriendo de allí. Desde que entró al salón no ha parado de mirarme ni por un segundo, solo rezo para que no me haya reconocido. Han pasado muchos años y ya no somos los mismos, seguro ya se olvidó de mí, así que puede ser que esté a salvo por ahora. Aunque puede haber una posibilidad de que él no sea ese chico siniestro con él que me crucé cuando era pequeña. Pero no creo que se trate de otro chico, no todos los padres tienen la brillante idea de nombrar a su hijo cómo el rey del infra mundo. ¿Por qué quien en su sano juicio cree que es una brillante idea nombrar a sus hijos cómo el dios de los muertos?—Buenos días estudiantes, espero que estén teniendo un buen comienzo. He venido para presentarles a su nuevo compañero de clases Hades GoodWill. Su madre es muy amiga mía y me ha pedido de favor que haga que Hades se sienta bienvenido, así que les pido que me ayuden con esa tarea—Tenerlo de frente en este instante se sentía tan irreal. No podía creer que aquel pequeño demonio del kínder aparecería después de tantos años convertido en todo un adolescente de ensueño. Cuando la directora deja de hablar él sostiene la mirada fija en mí y me sonríe con la misma sonrisa maquiavélica de cuando estaba en el kínder cómo quien dice que se va a divertir mucho molestándome. Es ahí que finalmente entiendo que yo nunca podré escapar de él.
—Para mí será un placer cuidar de él, no tiene ni siquiera que pedírmelo Sra. Freeman. Con gusto le enseñaré todo el colegio hoy mismo—comenta Violet con una mirada de león a punto de devorar a su presa.
—Gracias por ser tan atenta Violet Richmond, agradezco la iniciativa con tu compañero— le agradece sus supuestas buenas intenciones el señor Montgomery. Aunque todos sabemos lo que hay detrás de su ofrecimiento.
—¿Podríamos acabar con los procedimientos innecesarios de una vez? Ya me quiero sentar. He tenido un viaje muy largo y estoy muy cansado—deja escuchar su tosca y fría voz. Luego me sonríe de nuevo y toda mi piel se eriza.
—Discúlpame por haberlo mantenido de pie por tanto tiempo. ¿Por qué no se sienta detrás de Joy Lee Piper?— odié al señor Montgomery por haber pronunciado mi nombre completo. Si antes tenía dudas de si era yo aquella niña que tanto adoraba molestar, ahora estoy segura de que no le quedaban. No había forma de que pensara que yo podía ser otra, ¿por qué cuántas Joy Lee Piper pueden haber en el mundo? Supongo que la misma cantidad de Hades GoodWill, uno. El chico se sienta, se estira y pone sus botas negras estilo militar en mi silla.
—¿No te molesta que me ponga cómodo, verdad?—musita en mi oído, logrando que la piel se me ponga de gallina.
—Tranquilo, puedes ponerte tan cómodo como desees—respondo con temor, siento miedo de mirar esos ojos verdes penetrantes y que se dé cuenta de que todavía me intimidan.
—¿Estás segura de que no te molesta que mis botas estén tan cerca de ti?— sigue hablándome cuidadosamente.
—Claro que no me molesta. ¿Qué te hace dudar?—pregunto sin despegar los ojos del profesor.
—Es que me da la impresión de que te asusto, no lo sé algo en tu mirada te delata. Debe ser por eso que no te atreves a mirarme fijamente a la cara— cuando dice esas palabras mi mente se queda en blanco. No sé qué responder ante aquella verdad, trago saliva y me armo de valor para enfrentarlo.
—De seguro me has malinterpretado. ¿Cómo podrías asustarme? Si apenas acabamos de conocernos—me volteo y le sonrío falsamente. Trato de fingir que no sé quién es para distraerlo.
—Es cierto, esta es la primera vez que nos vemos. Entonces espero que nos conozcamos mejor más adelante—no puedo descifrar ese tono en su voz. Es tan neutral que no sé si está siendo sincero o sarcástico. Si algo aprendí cuando éramos niños, es que nunca se sabe que esperar de él. Hades siempre fue muy impredecible. Pasamos tiempo sentados juntos y me quedo pendiente a cada uno de sus movimientos. Espero con ansias que cometa un error, que muestre un indicio de que sigue siendo el mismo demonio cruel y de que aún conserva esa naturaleza malvada que lo caracteriza. Pero nada de eso sucede, el timbre que nos indica el almuerzo suena y nos toca dejar el salón. Lo primero que hago es buscar a mi caballero de lentes, cabello castaño y sonrisa deslumbrante. Me acerco a Santiago y él me mira con esos ojos oscuros que me derriten, como si yo fuera una vela y él mi fuego consumidor.
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Mi hermanastro es un idiota
Romance¿Qué haces cuando el destino decide juntarte con el chico que más odias?