Capítulo 3: La determinación de una madre
Desde mis primeros recuerdos, mi existencia ha sido un continuo desafío.
Surgí en el seno de la prestigiosa y respetada familia Fiammetta, destacada por ser los guerreros más eminentes del país de Bellum.
En cuanto tuve consciencia de mi vida, me sumergí en un ambiente de rigurosa disciplina. Los castigos, las admoniciones y un adiestramiento implacable marcaron mi crianza. A pesar de ser la única hija de mis padres, fui educada como si fuera uno más de mis cinco hermanos mayores.
Recuerdo que, de pequeña, mi padre, mientras entrenábamos, siempre me decía: "Fayna, el hecho de ser una chica no significa que vaya a ser más indulgente contigo. Levántate, aún tienes mucho por aprender".
En aquel entonces, no lograba comprenderlo del todo. ¿Por qué mi padre me trataba con tanta dureza? ¿Sería por mis travesuras? Esas interrogantes me atormentaban sin cesar.
Con el paso del tiempo, comprendí que la respuesta era más simple de lo que imaginaba: se debía al hecho de ser su única hija. Tal vez, si hubiera nacido como un varón, las circunstancias habrían sido distintas.
Esos recuerdos grabaron huellas profundas en mi alma, y si no fuera por el inmenso amor que me brindó mi madre, no sería la persona que soy en este momento.
Mi vida dio un vuelco completo cuando estalló la guerra entre Bellum y Basilis, el país del sur. Simultáneamente, Harmonia, la nación del norte, aprovechó la situación y también intentó invadirnos.
¿Cuál fue la respuesta de la familia defensora del rey de Bellum? Fácil: enviar a una chica de dieciséis años a defender la ciudad fronteriza de Interra.
Recibí la noticia en el jardín trasero de la mansión.
—¡Padre! Por favor, reconsidéralo, ¡no puedo defender sola Interra!
—Como la espada y el escudo del rey, nuestra misión es dar la vida por el país. Estás muy equivocada si pensaste que por ser mi única hija tendrías un trato especial.
Ante mí, se erguía un hombre alto y fuerte, con cabello corto carmesí y ojos del mismo color, imponente e inexpresivo. Mi padre me había encomendado a lo que pensé sería mi lugar de muerte.
—Hija, sé que estarás bien. —Mamá acarició mi mejilla—. Eres la más talentosa de todos tus hermanos.
—Madre, tengo miedo... —Tomé la mano de mamá.
—Fayna, el único propósito del clan es la guerra. —Me apartó y me miró a los ojos—. No tengas miedo, en cuanto llegues al campo de batalla entenderás lo que digo.
—Stella, Marcial, nos vamos. —Mi padre llamó a mi madre y a mi hermano mayor. Me observó con seriedad, como si estuviera a punto de sentenciarme a muerte—. Fayna, deja de ser tan insegura. No te pasará nada si aplicas lo que aprendiste con tu madre y conmigo.
—Hermanita, ¡tu magia es increíble, verás que todo saldrá bien!
—Gracias, hermano... daré lo mejor de mí.
Si no fuera porque debajo de su ojo izquierdo tenía un pequeño lunar, pensaría que aquellas amables palabras salieron de los labios de mi padre.
—Te estaré esperando. —Me abrazó con fuerza, como si su agarre implorara que no me separara de él.
Aquel gesto me hizo sentir un poco más segura, pero no lo suficiente como para confiar en mis habilidades.
Mis padres y mis cinco hermanos mayores partieron a defender la frontera sur del ataque de Basilis. Mientras se alejaban, sentí un adiós definitivo de su parte. Aunque sobreviviera, nada me aseguraba de verlos de nuevo.
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Mi segunda vida junto a Hanae
FantasíaDespués de un accidente automovilístico, Jack y su hermano despiertan en un mundo totalmente ajeno al suyo. Convencido de que es responsable de lo ocurrido, Jack se compromete a hacer todo lo que esté a su alcance para reunirse con su hermano. Sin e...