A la mañana siguiente, me encuentro en el salón donde tomo mis clases de etiqueta.
Una joven de gran belleza, con destreza y precisión, corta mi cabello. Ella es María, la sirvienta principal y también mi maestra de etiqueta. Sus ojos, del color de la miel, reflejan su concentración, mientras que su larga cabellera negra, que se degrada en un tono rojizo, cae sobre sus hombros.
—¡Me niego completamente!
—Pero, Srta. Hanae, esos son los protocolos.
—¡No seguiré ninguno si me siento humillada!
Es la primera vez que me muestro rebelde frente a María, do debido al fastidioso "Protocolo para damas" que intenta enseñarme y que deben seguir las mujeres con los supuestos caballeros.
Aunque aprender los típicos modales de la aristocracia puede resultar aburrido, las clases de etiqueta nunca me han molestado. Sin embargo, el verdadero problema surgió cuando María me enseñó cómo funciona la sociedad en este mundo.
El sistema está regido por una Monarquía Parlamentaria, con el Rey en la cima de la jerarquía social, seguido por las nueve principales familias que conforman el parlamento. Justo debajo está la nobleza general, mientras que los plebeyos ocupan un escalón más bajo, y en el fondo se encuentran los esclavos.
En este país, tanto la jerarquía social como el poder individual lo son todo, y aquellos con habilidades destacadas en magia o espada disfrutan de mayores privilegios.
La mayor parte del poder político reside en las nueve principales familias, cada una con su propio estatus y posición. En primer lugar está la familia Fiammetta, seguida por las familias Girighet, Galante, Azose, Richelieu, Amery, Mansour, Edevane y, finalmente, Fleischer.
La jerarquía es establecida por el mismísimo Rey, quien regula cuidadosamente las posiciones. Si alguien anhela ascender en la escala, debe desafiar al líder de otra familia a un duelo y ganar su emblema.
Los duelos son acontecimientos poco frecuentes, ya que el resultado no solo altera el orden de clasificación entre las principales familias, sino que también tiene consecuencias más significativas. El perdedor se ve obligado a ceder territorios, grandes sumas de dinero o incluso miembros de su familia al vencedor, como parte de la negociación para recuperar el emblema arrebatado.
El emblema es el elemento más importante. Al poseerlo se demuestra su pertenencia, de modo que, si lo pierdes, tu vida estará en manos de quien lo tenga.
María me explicó que la razón por la que es así es para evitar conflictos innecesarios entre la nobleza. Lo entiendo, al estar tanto en juego lo pensarán dos veces antes de crear problemas estúpidos.
Un dato interesante es que ninguna familia puede hacerle frente a los Fiammetta, incluso cuando es la más pequeña de todas en cuanto a miembros de refiere. Bien dicen que es mejor calidad que cantidad.
Como el poder individual es otra forma para destacar ante la sociedad, un mero esclavo puede ser acogido por cualquier familia perteneciente a la nobleza y ganar más derechos.
Entonces, podríamos afirmar que la fuerza juega un papel fundamental en el estatus que se adquiere, sin importar si eres hombre o mujer. No obstante, esta afirmación es solo una parte de la verdad. La realidad es que ciertas familias, incluyendo la del Rey, se aferran a la estúpida creencia de que la mujer es considerada el sexo débil, basándose en su escasa representación en el ejército.
Esta situación dio origen al "Protocolo para Damas", un conjunto de cinco reglas que, en teoría, nunca deben romperse. Según este protocolo, una dama siempre debe hacer una reverencia ante todos los hombres, sin importar si ellos la reverencian a ella. Además, se espera que nunca replique las órdenes de un hombre que esté por encima de ella en la jerarquía. También se establece que no debe interrumpir, incluso si él la interrumpe a ella.
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Mi segunda vida junto a Hanae
FantasyDespués de un accidente automovilístico, Jack y su hermano despiertan en un mundo totalmente ajeno al suyo. Convencido de que es responsable de lo ocurrido, Jack se compromete a hacer todo lo que esté a su alcance para reunirse con su hermano. Sin e...