Capítulo 7 Encuentro familiar-Parte 2.1

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Después de un viaje de cinco horas, llegamos a la mansión. Al descender del dragón, la puerta se abre y Marcial, con una cálida sonrisa, nos da la bienvenida. Él viste un elegante frac rojo con bordes negros, una camisa en tono vino y pantalones negros que resaltan su porte. En su pecho, lleva el emblema dorado de los Fiammetta.

—Cuanto tiempo, hermanita.

—Si no me equivoco, han sido siete años.

Al verlo, un sentimiento de nostalgia me envuelve. Su cabello rubí, aún corto, resalta la madurez que ha adquirido con el tiempo. Ahora, encuentro en su semblante un parecido más acentuado con mamá que con nuestro padre. Quizás sea por su edad o por ese lunar delicado que se encuentra bajo su ojo izquierdo.

Mis tres hijos se acercan, se presentan y hacen una pequeña reverencia.

—Los has educado muy bien. Son adorables.

—Hola, Marcial, ¿cómo has estado?

—He estado bien, Leonard. —Estrecha la mano de Leonard—. Al parecer, tú también, te noto más feliz que la última vez que nos vimos.

Leonard ríe avergonzado, después, Marcial se dirige a mí:

—Debemos apresurarnos, padre no tardará en llegar.

—Bien. Astrid, Ely, no se separen de nosotros.

—¡Sí, mamá! —Ambas contestan al unísono.

—Ven, Alaric. —Leonard toma la mano de Alaric, hago lo mismo con mis niñas.

Al descender del dragón, seguimos a Marcial a través del extenso y magnífico patio delantero. El diseño del lugar me sorprende, no solo por su asombroso parecido con la antigua mansión de mi padre, sino también por ser tres veces más grande que la que actualmente habito. El exterior está adornado con una rica variedad de fuentes, cada una representando al majestuoso fénix en distintas poses, sus llamas doradas parecen danzar sobre el agua. Sin embargo, lo que más cautiva mi atención es la imponente fuente central que se erige en el corazón del patio.

En lo más alto de la fuente, un fénix se eleva con sus alas extendidas, a su alrededor, una serpiente enroscada es quemada por sus llamas resplandecientes.

Llegamos a la entrada y nos reciben dos sirvientas de cabello blanco, tan puro como el algodón, y unos ojos azules tan claros como el cielo despejado. Ellas nos dan una cortés bienvenida, enseguida nos guían por el pasillo que conecta con el patio trasero

—Por cierto, hermana... ¿te ha dado algún problema, Avrora? —dice Marcial con preocupación.

—En lo absoluto, es una niña muy bien portada y vive feliz con Alfred y con las sirvientas, aunque parece guardar resentimiento a todos los demás.

—Lo siento mucho. —Marcial agacha la mirada, su rostro refleja una mezcla de tristeza y angustia.

—No te disculpes, mis hijos ya saben que no deben molestarla. Es probable que cuando crezca entienda la situación. —Le sonrío para transmitirle mi apoyo: él suspira y se recompone, relajando su semblante.

Verlo me rompe el corazón, sé que debe enfrentar una situación desesperante. Si todo sale como Leonard y yo lo planeamos, pronto el panorama familiar cambiará. Quiero destruir las opresivas tradiciones de esta familia, el trabajo que han hecho mis padres no ha sido suficiente. Deseo forjar un futuro más justo y compasivo para los Fiammetta y la familia Morozova.

Al llegar al patio trasero, nos encontramos con un enorme quiosco de plata, rodeado de exuberante vegetación que resalta por las finas enredaderas que lo cubren por completo. En su interior hay un par de mesas finamente talladas, y cada una cuenta con ocho asientos de cuero, cómodos y lujosos.

Mi segunda vida junto a HanaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora