Capítulo 1: Segunda oportunidad. Parte 3 y 4

61 12 5
                                    

Parte 3

Ha pasado aproximadamente un mes desde que nací.

Me alegra haber mantenido mis recuerdos intactos, aunque eso no cambia el hecho de que ahora soy un bebé. Resulta realmente embarazoso cuando me alimentan, me cambian y me bañan, ¡a mis veintitrés años, preferiría hacer todas esas cosas por mi cuenta! En fin, espero acostumbrarme a esto con el tiempo.

Dejando eso a un lado, la vida de un recién nacido es aburrida. Estoy solo en una enorme habitación y paso los días durmiendo en una suave cuna, sin poder hacer nada más.

Mis nuevos padres son la primera pareja que vi tras nacer, y parecen tener la misma edad que tenía antes de morir. Estoy seguro de que son ricos, la habitación está muy bien amueblada, el baño cuenta con todo lo necesario para cubrir las necesidades de una familia completa, pero soy el único que lo usa. Eso me tranquiliza, al menos no moriré de hambre.

Una vez al día, viene a visitarme la que supongo que es mi abuela, aunque se ve muy joven para serlo. Es la que más tiempo pasa hablando conmigo y es extremadamente cariñosa, a veces incluso me empalaga.

Al verla, puedo imaginarme cómo será madre cuando sea mayor. La única diferencia notable es su cabello: amarrado en una trenza, es de un rojo violeta y está sujeto por un broche en forma de mariposa de colores arcoíris.

En cuanto a mi padre, viene a verme dos veces al día, por la mañana y por la noche, como es típico de los hombres. Me alegra que no haya "ido por cigarros" cuando nací.

Por otro lado, mi madre me visita cada dos horas. A veces, trae consigo a mis "nuevos hermanos", porque sí, tengo tres. Cuando anochece, me arrulla y luego se despide dándome un beso en la mejilla.

Un hecho curioso que noto es que nunca estoy sin supervisión por mucho tiempo, ya que tengo vigilancia las veinticuatro horas del día por parte de lo que parecen ser cinco jóvenes sirvientas y el típico elegante mayordomo que uno esperaría encontrar en ciertas películas.

Por otro lado, mi mayor sorpresa hasta el momento fue descubrir mientras me daban mi primer baño que, en esta vida... ¡Soy una chica! El impacto inicial fue abrumador, sentí como si hubiese vuelto a morir. Pero, conforme pasaban los segundos, esa sorpresa se transformó en una extraña sensación de aceptación.

Aunque al principio fue un choque mental, me di cuenta de que, por más increíble que pareciera, no extraño mi antiguo cuerpo. Lo único que echo de menos era la presencia de mi fiel amiguito entre las piernas.

Lo he pensado por un tiempo, tal vez la razón por la que me siento tan cómodo siendo una chica se deba al hecho de que, el cuerpo y la mente son totalmente independientes entre sí. Eso también explicaría por qué sólo puedo sentir las necesidades de un recién nacido y no siento deseo por madre cuando me alimenta. Si tuviera mi antiguo cuerpo, sería otra historia por el sensual cuerpo que tiene.

De cualquier forma, en estos momentos no me importa haber nacido como una mujer, mi objetivo sigue siendo el mismo; encontrar a mi hermano.

Parte 4.

Seis meses han transcurrido desde mi reencarnación. Desde

—¡Pequeña Hana! ¿Dónde estás?

Me escondo entre los frondosos arbustos del vasto jardín trasero y observo cómo mi hermano mayor, apenas un niño de cinco años, me busca con desesperación.

¡Puedo verte, pero tú no a mí!

Físicamente se parece a mi padre, aunque tiene ojos carmesís. ¿De dónde sacan las personas de este mundo tales coloraciones tan extravagantes? En fin, ¡nunca me encontrarás!

Mi segunda vida junto a HanaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora