Parte 7: lento movimiento de hilos

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—Megumi está celoso.— Yuta lo apuntó con el dedo, haciendo que el infante se enoje aún más, y haciendo a Satoru reír.

—Se puso celoso.— Confirmó el albino, siendo mirado de muerte por su hijo adoptivo.

—¿Celoso?— Preguntó algo confundido, pero Megumi subió las escaleras, al segundo piso, para encerrarse en su cuarto. Yuuji no lo pensó demasiado, fue un acto casi automático el seguirlo rápidamente antes de que cierre la puerta.

—Megumi-chan.— Lo tomó del hombro con suavidad, y en cuanto el niño volteó, pudo ver las pequeñas lagrimitas. Se agachó rápidamente para abrazarlo, un gesto que el infante correspondió entre pequeños sollozos.
—¿Qué ocurre, Megumi?— Le pregunta con una voz cálida.

El niño no responde, solo quiere llorar un poco más, y no es capaz de poner sus sentimientos en palabras.

Yuuta y Satoru se asoman por el borde, pero con un gesto Yuuji les dice que bajen nuevamente, lo mejor es darle su espacio al niño.

♡ ♡ ♡

—¿Qué te pasa, mocosa?— Sukuna mira a su hija antes de abrir la puerta.
—Has estado todo el camino en silencio.

Pero Violet tampoco dice nada, responde con un largo suspiro, se adentra a la casa, yendo a su cuarto. Sukuna no sabe que decir, por lo general es Urahume quien se encarga de las charlas más 'motivacionales'.

♡ ♡ ♡

El tiempo transcurrió extrañamente rápido, Yuta y Rika no sabían muy bien como arreglar la tensa situación entre sus amigos. Era claro que ambos se gustaban, y a pesar de que Kiyo había sido bastante amable al principio, a Yuta no le convencía demasiado. Había algo que no estaba bien.

Había arrastrado a Megumi algo lejos, para tener una charla más 'privada', aunque en realidad era únicamente para que Kiyo no escuche.

—¿Qué pasa?— Pregunta el menor, en una mezcla de enojo y confusión. Pero Yuta mira a todas partes, cerciorandose de que nadie los hubiese seguido.

—Hay algo raro con Kiyo-kun.— Dice Yuta, tomando por cierta sorpresa a Megumi.
—No sé decir qué cosa, pero... No lo sé, hay algo raro con el.

Megumi alzó los hombros.
—No tengo idea. Tampoco me importa demasiado.

Okkotsu suspira con pesadez, no sabe como hablar del tema sin parecer un loco. Le contó a sus padres, y ellos le dijeron que seguramente eran cosas de niños, o que estaba celoso. Pero sabía que no era eso, era algo más.

—Está bien, volvamos.

♡ ♡ ♡

Yuta había sido incapaz de quitar ese pensamiento de su cabeza. Sabía que no era bueno sospechar de alguien menor a él, pero solo... Esto era demasiado extraño. Estaban a más de mitad de año, ¿por qué justo ahora se acercaría a Violet?, antes de todo eso, Kiyo siempre había pasado... desapercibido. ¿Por qué justo ahora todo había cambiado?

¿Y por qué tenía esa sospecha tan fuerte de que había algo mal?

Quizá por eso no pensó antes de seguir a Kiyo en su camino a casa. Avanzaba con sigilo, no le avisó a nadie de lo que estaba haciendo, o seguramente se ganaría un regaño, y era lo último que necesitaba.

Se apoyó tras una pared en cuanto vio que el niño se detuvo, estaba escondido, y aún así logró escuchar unas voces masculinas. Una era de Kiyo, la segunda no supo reconocerla, nunca la había escuchado.

—¿Va todo bien, Kiyo?— Pregunta la voz adulta.

—Sí. No fue difícil acercarme a la hija del señor Sukuna.— La expresión de Yuta se tensa. —Todo está saliendo bien, ya es mi amiga.

—Ah, ¿ves como si puedes ser un buen chico?— Habla esa voz nuevamente, con una felicidad que no es normal.
—Felicidades, Kiyo-chan, iremos a festejar hoy. ¿Dónde quieres ir?

—¡Vamos a la pizzeria, señor Mahito!

Esperó unos momentos más, en cuanto ya no los sintió cerca, simplemente se echo a correr de vuelta a la escuela. Esto no estaba bien, ¡tenía que decirle a algún adulto!

♡ ♡ ♡

—¿Por qué lo dijo de todas formas, señor Mahito?— preguntó el infante al hombre lleno de cicatrices en el rostro, este no pudo evitar que en su rostro se forme una sonrisa retorcidamente complacida con la situación.
—Si sabía que Okkotsu-sempai estaba escuchando, ¿no?

—Lo sabía, tenía que escucharlo.— El niño parece no entender, lo que lo hace suspirar con pesadez.
—Tu ya has cumplido tu parte, Kiyo. Ahora deja que yo me encargue de la mía.— El niño asiente.

Cuando nos volvamos a encontrar › SukuIta  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora