11. - La ley de la atracción.

1.8K 102 9
                                    

Violeta resoplaba con fuerza mientras se retocaba el maquillaje. Estaba en el baño de la facultad, preparándose mentalmente para el desayuno con Chiara.

Esta vez sí, enfundada en su traje gris, se repasaba el eyeliner. Tuvo suerte, ya que le salió perfecto a la primera. Se atusó el pelo para conseguir un efecto medio desaliñado, colocándose las gafas de sol a modo de diadema, y se quedó mirando su reflejo. Sonrió.

Está mal que yo lo diga, pero estoy para comerme. Ojalá ella piense lo mismo.

Miró la hora, quedaban 20 minutos para el descanso. Se secó el sudor de las manos en la parte trasera de su pantalón y decidió que saldría un rato a la calle para tomar el aire (probablemente también a fumar) y calmar los nervios.

Ya fuera, se apoyó en uno de los rebordes del semimuro que limitaba el jardín mal cuidado que había en mitad del campus, y se encendió un cigarro. Expulsó el humo de la primera calada y esbozó una pequeña sonrisa.

Si le dijera a la Violeta de hace 6 meses con quién estoy a punto de desayunar se me cae de culo.

Abrió los ojos al percatarse de algo, llevándose el cigarro a los labios en busca de relajación inmediata al notar acelerarse los latidos de su corazón.

Un momento, ¿es una cita? No me quiero emocionar. Pero dijo que quería verme, estaremos solas... ¿estaremos solas? Como aparezca con Bea voy a llorar. A ver, que yo amo a Bea, pero vaya chasco. ¿Me estoy justificando yo sola? Voy a perder la cabeza. Mierda. MIERDA.

Sacó el teléfono corriendo del bolsillo para llamar a la voz de la cordura: Denna.

Un tono, dos tonos, tres tonos...

-¿Violeta? Estoy recogiendo ya, ¿pasa algo?

-¡Denna! Me va a dar algo. ¿Y si entendí mal y no vamos a estar solas? ¿Y si viene con Bea y estoy yo aquí, to' arreglá'? Me voy a morir de la vergüenza, Almudena, ojalá me trague la tierr-

-¡Violeta Isabel! -Cortó su verborrea por lo sano -. Mantén la calma, tía. No creo que vaya con más personas si ha quedado contigo, pero vamos a hacer una cosa.

-¿Qué cosa? -Intentó permanecer en paz mientras escuchaba a su amiga.

-Si llega y ves que está con alguien, me pones un mensaje y acudo a tu rescate. Di que me habías avisado y llego tarde, o algo así. Pero chiquilla, no te agobies, que no va a pasar. -Afirmó completamente segura de sus palabras.

-Vale. Sí. Me gusta, es buena idea. Gracias, Denni, te amo. Eres la mejor.

-Cari, porque te conozco de toda la vida, pero esto a veces no está pagao'. -Se burló.

-Cállate. -Se ofendió -. Voy a ir entrando, adiós, te quiero.

-Eres un mar de incoherencias, Vio. -Carcajeó -. Suerte, luego me cuentas qué tal.

Colgó la llamada y tiró la colilla al suelo, apagándola con el pie. Como buena activista climática, luego la tiró ya apagada a la papelera más cercana.

Que habrá como dos millones de chustas más, pero yo no pienso contribuir a esta guarrada.

Caminando por el pasillo en dirección a la cafetería algo le tocó el hombro por detrás, haciendo que se sobresaltara.

-Sorry, Vio. No quería asustarte.

Se giró y ahí estaba, con esa tímida sonrisa que le dedicaba cada vez que se cruzaban sus miradas.

-Ay, Kiki, no pasa nada. -Le sonrió de vuelta, acercándose a ella para darle un abrazo -. ¿Cómo estás? ¿Y Martin?

La morena correspondió el gesto, frotando su espalda con cariño.

May I have this dance?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora