12. - ¿Tú te estás enterando?

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Aparcó en el primer sitio que vio, echando el freno de mano (en Madrid no había barcos con los que estrellarse, pero este paso era importante). Se miró en el espejo retrovisor, resoplando con nervios al ver su propia cara de susto.

Shit, Chiara. No es para tanto, es solo una cita. Has tenido unas cuantas.

Pero no con ella.

¿Desde cuándo soy tan cursi? God, ya me parezco a las parejitas de mis amigos. So annoying.

Pero es que es ella.

Sacudió la cabeza para eliminar ese pensamiento. Claro que estaba emocionada por la cita que ella misma le pidió a Violeta el día anterior, pero no quería pasarse de intensidad a la primera de cambio y asustarla.

Lo que faltaba, que para una vez que me decido me salga mal.

Sacó el teléfono móvil del bolsillo de su chaqueta para avisar a la granadina, ya que había ido a buscarla. El día preveía lluvia, y aunque usaba poco el coche por Madrid, había decidido que sería buena idea conducir hacia el lugar con tal de no mojarse. Pasaron varios segundos hasta que la pelirroja contestó.

-¿Sí?

-Señorita, su coche la espera. O eso creo, ¿no me habrás dado una dirección falsa para que te deje en paz? -Bromeó Chiara.

-¡Kiki! No diga' eso. ¿Cómo te voy a mentir así?

-I'm just joking. -Rio con suavidad -. Coge un paraguas, por fi. Que se me ha olvidado y está nubladísimo.

-I got you, babe. En dos minutos estoy.

-Okay. -Colgó la llamada. Apoyó su frente contra el volante, ahogando un pequeño grito agudo. No podía negarlo, pese a los nervios claramente presentes, se encontraba en una nube.

Voy a ir al cine con fucking Violeta Hódar. Es un sueño.

Salió del coche para que la chica pudiera encontrarla más fácilmente, ya que no conocía el vehículo. Miró al cielo, frunciendo el ceño. Estaba muy negro, llovería pronto.

-Hello, Keeks. ¿Nos vamos? -La voz de Violeta la sacó de sus pensamientos de golpe, haciendo que diera un sobresalto.

-¡Qué susto! -Rio, llevándose la mano al pecho -. Sí, vamos. -Se acercó a ella para saludarla con un beso en la mejilla, y acto seguido volvió a subirse al coche.

La motrileña se quedó embobada tras este gesto, mirando al infinito con una sonrisa. Chiara, al ver que no entraba, bajó la ventanilla.

-Vio, ¿vas a subir?

-S-Sí. Voy. -Se recolocó la chaqueta y se dirigió al lugar del copiloto.

El trayecto duró bastante tiempo por el tráfico de la ciudad, pero no les molestó, ya que iban escuchando música mientras se ponían al día, pues llevaban muchísimo sin verse (poco más de 24 horas).

-¿Y qué tal los perritos? ¿Te han cogido cariño ya? -Preguntó la inglesa mientras cambiaba la marcha.

-Claro, si son un amor. La única pega que pondría es que tienen mucha energía, y los paseos son largos. Pero me gusta estar con ellos, así que no me importa en realidad. Me recuerdan a la mía.

May I have this dance?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora