19. - ¿Quién es esa?

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-¡Vamos, niñas, que esto empieza ya! -Se apresuró a avisarlas Juan Carlos, metiéndose una uva en la boca con excesiva velocidad.

-Pero, ¡papá! -Se quejó Tana -. ¿No ves que eso son los cuarto'?

-¡Nooo! -Maldijo, escupiendo la fruta en el acto, para volvérsela a comer en la primera campanada. Violeta, que estaba sentada en una silla al lado de la tele tomándose las suyas, tuvo que aguantar una carcajada para no ahogarse en la segunda y la tercera.

Era Nochevieja, y el momento de las campanadas estaba resultando tan caótico como cada año: no se apañaban a tomarse las doce uvas seguidas sin problemas. El único que llegó a conseguirlo fue David, el primo mayor de las chicas; hacía ya unos cuantos años. Todos los demás, había algún micro-accidente. Aquel año le había tocado a su padre.

Pasaron como pudieron las campanadas que quedaban, y cuando terminaron todos estallaron en vítores.

-¡¡¡FELIZ AÑO NUEVOOOOOOO!!! -Gritaron todos al unísono. La pelirroja se acercó primero a su madre para achucharla con fuerza.

-Feliz año, mami. -Lo selló con un beso en su mejilla, volviendo a abrazarla tras separarse para ello.

-Feliz año, cariño. -Contestó -. Que este año nos traiga muchas cosas buenas, pero sobre todo salud.

-¡Claro, a Violeta no le hace falta más! -Intervino su hermana, que a su vez abrazaba a la abuela -. Ya lo dijo Melendi: no necesito dineroooo, voy sobrado en el amor... -Canturreó.

-¡Tana! -La regañó, pero no pudo evitar sonreír -. Deja de decir tonterías y abrázame, anda.

-Feliz año nuevo, hermanita. -La abrazó con cariño -. Te quiero mucho, aunque seas una picada. Y aunque odies a Melendi. -Le sacó la lengua.

-¡No soy una picada! -Se quejó, golpeándole suavemente la espalda -. Es que siempre te estás metiendo conmigo, ya está bien... -Hizo un puchero mientras se separaba del abrazo.

-Es que me lo pones muy fácil, Vio... -Le devolvió el gesto, imitándola.

-Además, ya no odio tanto a Melendi, y lo sabes.

-Me pregunto por qué será... -Volvió a usar ese tono irritante.

La pelirroja rodó los ojos, exhausta. Sin embargo, un pensamiento cruzó su mente, devolviéndole la sonrisa bobalicona:

Se llevaría tan bien con Kiki... total, a las dos les encanta divertirse a mi costa...

-¡Hija! -Le llamó la atención su padre, que había estado pendiente del cambio en su expresión -. Deja de acordarte de tu novia y dame un beso, anda.

-¡Papá! -Se quejó de nuevo -. Qué familia me ha tocado, Jesús. Y no es mi...

-Ya, ya, que estáis yendo poco a poco, no es tu novia, sino tu chica... a mí eso me da igual, corazón. -Aclaró, abrazándola y besando su frente -. Mientras te haga feliz...

-Papá... -Se ruborizó, sonriendo tímidamente. El momento fue interrumpido por Tana, que, esta vez, hizo sonidos de vómito.

-¡Me va a dar diabetes con tanto azúcar!

La periodista iba a replicar, pero fue entonces cuando Tere, la abuela de las chicas y matriarca de la familia, hizo un decreto que dio por finalizada la discusión.

-¡Juan Carlos, dejad de hablar de la novia de la niña y poned lo de cantar en la tele, que quiero recibir al año como Dios manda!

-Pero, ¡abu! -Terminó por indignarse la aludida.

May I have this dance?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora