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El pelirrojo y el otro joven estaba tirandos en el piso por la caída.

—¡Lo siento!— dijo Alexander levantándose rápidamente porque estaba aplastando al joven castaño— no quería caerme, pero ese gato se metió y...

—Esta bien— se rió el castaño mirando como el chico Omega parecía nervioso— aunque no es algo común que te caíga alguien encima.

—Supongo que no— respondió el pelirrojo ayudando al castaño a levantarse del piso mientras el gato Atsushi los miraba con mucha atención.

—¿Siendo honestos? Es la primera vez qué me cae un lindo Omega encima y por causa del sultán Atsushi.

—¿Soy lindo?— dijo Alexander sin saber cómo sentirse ante el cumplido aunque lo que pareció más extraño es que llamarán sultán a un gato— y ¿El gato tiene un rango tan importante?

El castaño se llevó las manos atrás del cuello pensando que está persona debía ser alguien nuevo en el palacio. No parecía ser alguna visita, así que debía ser un nuevo concubino— sí, a las dos preguntas— respondió al instante sintiendo un poco de lastima por esta persona.

—Tu ánimo cambio— respondió Alexander mirando de cerca al castaño— ¿sucedió algo?

—No es algo que quisiera contar en este momento.

El pelirrojo medito un momento y luego lo miro— ya sé lo que sucede— esas palabras sorprendieron demasiado al castaño— ¿el viejo malvado del sultán también te secuestro? ¡Seguro es eso!

—¿Ah?

—Unos dicen que es malvado, que es un viejo verde y mató a todos sus hermanos por poder— dijo Alexander recordando todos los rumores que había escuchado en el barco, después de todo se sabía que el sultán actual tomo el poder escapando de la celda y matando a los hermanos alfa que tenía.

—¿Esos son los rumores?— se burlo un poco de escuchar como la gente de afuera lo veía como el mayor de los demonios aunque tenían razón de cierta manera al pensar en las cosas que tuvo que hacer para sobrevivir en la tradición otomana.

—¿Enserio el es así? Porque escuche otras cosas que no cuadran con su harem como el jugar juegos de mesa con las concubinas.

Entonces el castaño se rió un poco— no creo que el sultán tome cualquier concubina en su cama. De hecho las madres de los príncipes deben tener un gran intelecto. Imagínate donde terminaría el imperio otomano si se les diera poder a los que no tienen habilidad en gobernar.

—Eso es cierto— pensó el pelirrojo tomando eso en cuenta— o peor un gobernante loco que mate sin piedad las tierras vecinas o que navegue lejos a matar mis tierras. Eso sería horrible.

—Por eso toda elección debe ser bien tomada, aunque existieron algunos sultanes que eligieron mal a ciertos concubinos— susurro el castaño pensando en su abuelo que fue un sultán que era de actitudes muy cuestionables al elegir concubinos muy conflictivos.

—Aun así el sultán no tiene compasión por las niñas que están en su harem. Dentro hay niñas jóvenes— se quejó el pelirrojo pensando en querer darle un golpe al sultán.

—A veces unas concubinas no son de conocimiento del sultán— respondió el castaño mirando el cielo, recordando todos los protocolos que debe seguir en su rango— algunas son regalos que mandan gobernantes o alguien de posición alta. Lo malo es que liberarlos a todos traería problemas mostrando al sultán como débil ante otros y eso es algo que los de alta posición no pueden permitirse.

—¿Cómo sabes todo?— pregunto Alexander con curiosidad al ver los conocimientos que tenía el joven.

—Es mejor no mentir en este momento así que lo diré sin rodeos— respondió el castaño parándose con la firmeza de una gran magestad como lo indica su titulo, el tono de su voz salia con una alfa imponente y elegante— soy el sultán Dazai de la dinastía Osamu.

El sultanato de los omegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora