C1 Respirar

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 Amara

Respirar.

Inhalar y exhalar.

Es lo que siempre nos enseñan en las primeras clases de danza, respirar. Mi madre siempre dice que es un arte, la danza, como lo son las pinturas, ella ama que yo haga esto, que me dedique a esto, que mis horas sean por y para la danza. Mi futuro está acá adentro donde solo veo un espejo y un montón de gente siguiendo pasos y giros al mismo tiempo. De niña lo amaba, si podía respirar, estaba todo bien. Ahora lo odio, sé que podría hacer muchas otras cosas, pero no, estoy acá adentro atrapada frente un espejo, donde lo único que veo es mi reflejo.

La señora Spencer es la directora del instituto de danza de Nueva York, uno de los mejores, claro la hija del alcalde Smith tenía que ir al mejor, ser la primera en tener un solo. Ser la única que tiene las mejores notas, en la escuela, en la danza, saber todo de todo, nada se podía escapar de nosotros, pero lo más importante es que no se podía cometer errores.

—Nos veremos la próxima semana. Por favor no se olviden que ya están las pruebas para la obra — Todas asentimos, comencé a caminar para tomar mis cosas y salir lo más rápido posible, el lugar me estaba mareando, sofocando. No lo odiaba, pero no quería estar allí.

Llegué a mis cosas y comencé a cambiar rápido. Tenía que apresurarme si quería llegar. Escuchaba como todas hablaban sobre si tendrán el protagonismo o no. Yo no iba a participar de aquella obra, ya lo había dicho muchas veces, pero mamá seguía insistiendo en que tenía que tener el mejor papel. No iba a participar y la señora Spencer lo sabía, aunque todos insistieran, no lo iba hacer.

—La nena de papa en esta temporada no participará. ¿Qué opina mamá?— Cerré mi locker casi intentando que los dedos de Mia quedaran adentro.

—Y a ti que te importa. Tienes suerte, esta temporada capaz por fin puedas quedar en primer lugar y no detrás de mí como siempre — Le guiñe el ojo y me fui. Escuche que decía que todo lo conseguía era por mi papa. No estaba equivocada, si conseguía no participar en una obra era porque él decía que estaba bien si no quería estar y mamá no se opone a la palabra de él. Nadie lo hacía. Amaba a mis padres, pero no tenía una buena relación con ellos, cuando empecé a crecer y a darme cuenta de ciertas cosas de la familia no quise participar de nada más, lo único que sí hacía era esto, la danza no se podía dejar, lo demás se podía ver.

Mamá cuando era niña iba a ser una gran bailarina, claro, si no me hubiera tenido a mi.

Salí del edificio, tenía que encontrarme con Iara, mi mejor amiga, por no decir que era la única, una amiga de verdad, con ella no había secretos. Por eso también era la única que me podía acompañar a las citas con el doctor.

Habíamos quedado en que yo no tendría seguridad, pero para conseguir eso tuve que asistir desde los doce años a clases de combate, defensa personal y todo tipo. Algunas clases de como usar un arma. A esa edad lo veía divertido, ahora lo veo molesto, no puedo estar con nadie cerca sin que me salten mis defensas al aire por si quieren hacerme daño.

—Hola rubia— Di media vuelta, era Iara con muchas bolsas de compras. Su familia tenía una empresa muy grande, su padre había trabajado con el mío mucho tiempo, por eso nos conocíamos de niñas.

—¿Qué haces con tantas bolsas?

—Bueno tenía que hacer tiempo mientras te esperaba. Vi algunas cosas y las compre. No me juzgues Amy.

—No lo hago, te envidio en realidad, tienes tiempo para invertir en las cosas que te gustan, no como yo— Empezamos a caminar para ir al hospital que estaba a pocas cuadras.

—Sabes que podrías hacer otras cosas, si tan solo hablaras con ellos.

—No me escuchan cuando se trata de la danza y lo sabes.

La Suerte está Echada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora