2. Golpe de realidad (L)

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Anoche, después de estar casi dos horas dando vueltas en la cama y sin poder relajarme ni un momento, me puse a leer una pesada enciclopedia de plantas del mundo con el pretexto de terminar lo suficiente cansada para dormir sin seguir pensando en nada. Y funcionó. Pero en el momento en que he abierto los ojos toda la angustia ha regresado a mí. «¿Por qué Will no se había presentado en la Linterna China?» Si no le decía la verdad a Will, iba a terminar con el corazón roto como bien dijo Warren Peace, porque estaba totalmente pillado por Gwen. La visión de ellos dos saliendo juntos mientras se toman de la mano, riendo e incluso besándose me dan nauseas.

— Tiene que haber una buena razón por la cual Will no se presentara en la Linterna China —suelto en voz baja— Y también una explicación que justifique que no me haya devuelto ni una sola de las llamadas que le dejé, ni siquiera al mensaje.

Me siento en la cama y miro el teléfono móvil al lado del papelito arrugado de la galleta de la suerte que me dio Warren. «¿Por qué mintió?» Cuando Warren se fue corriendo, me tiró el papel en mis manos, con las prisas. Estoy convencida de que ni siquiera se percató de ello. Tampoco confiaba con que yo iba a releer la nota de la galleta. La sorpresa vino al desdoblar el papel y leer una frase que no tenía nada que ver con sus palabras reconfortantes. Sólo los números de la suerte coincidían con los que me había dicho él. Quiero pensar que le salió de forma genuina el querer consolarme pero tenía que proteger esa imagen suya de hijo-de-villano. 

«No tiene mal fondo después de todo», pienso.

Desdoblo con cuidado el papelito y la vuelvo a leer para mí misma. Acerco uno de los bolígrafos que tengo en el escritorio y me apoyo en la mesilla de noche para poder escribir en el anverso del papel. «Cuando no dices la verdad a quién amas, acabas con el corazón roto». Warren Peace tiene razón. Gwen Grayson no me ha parecido desinteresada con Will, al contrario, parece más bien encantada con la atención que recibe por su parte. Ni siquiera se había percatado Will que estábamos los demás llamándole en la partida de Salvar al ciudadano porque había sido ella quién se había abalanzado hacia él para colmarle de vítores. Ni mencionar el vacío que nos habían hecho en el almuerzo con su evidente desdén en mezclarse héroes con curritos.

Levanto la mirada y contemplo mi reflejo en el espejo del armario. Inevitablemente, busco las diferencias entre ella y yo. Entre la chica que le gusta a Will y... su mejor amiga. Una heroína guapa, segura de sí misma, con un carisma y encanto especiales así como también una gran inteligencia. Alguien en quién los profesores confían. La versión más débil, en pijama, sin peinar y con enormes bolsas de sueño de mí misma se enfada conmigo misma por pensar de esa forma. «Cada persona es diferente y todas son hermosas» me repito un par de veces a modo mantra en un intento de que surta efecto.

— Estamos hablando de tu mejor amigo —trato de animarme— Eso debería ser suficiente para que, a pesar de todo, no nos vayamos a distanciar porque sé que Will nunca haría nada que me dañara intencionalmente.

Hago una señal de victoria a mi reflejo quién realmente no le veo demasiado convencido pero me imita el gesto. Definitivamente tengo que declararme a Will antes de que sea demasiado tarde o me diga que planea salir con Gwen Grayson.

Media hora después estoy hecha un lío. Ya no me parece tan buena idea el tener que enfrentarme a uno de mis mayores miedos desde tan temprano en la mañana pero tampoco puedo dejar que la ansiedad me consuma de esta manera muchas noches más. Voy dando vueltas en círculo con una galleta de la fortuna entre las manos. Es lo único que le gusta a Will de la comida china, realmente.

— ¡Layla!

Como acto reflejo escondo la galleta detrás de mí con las manos cruzadas. Will está avanzando a un ritmo animado hacia mí. Está incluso más radiante de lo habitual. Parece que sus ojos rebosan una felicidad indescriptible al verme y sus mejillas están ligeramente coloradas. Me pierdo durante unos segundos en esos ojos tan preciosos que tiene. «¿Hay una posibilidad de que se haya percatado de mis sentimientos y por eso está tan feliz? ¿Podría quizás haberse dado cuenta que le veo como algo más que amigo?».

Rosas de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora