22. Intentemos no perder (L)

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Mantengo mi expresión serenamente controlada mientras tengo mi cabeza pensando a toda prisa. Por una vez, estoy empleando un sobreesfuerzo considerable en mantener mi rostro alejado de rubores o síntomas que demuestren debilidad. Quiero y deseo perpetuar esta situación entre nosotros dos hasta que el propio Warren admita que no puede contenerse más. Hasta que me demuestre que estoy en lo cierto.

No obstante, nuestros ojos se encuentran una vez más y tengo que pellizcarme con fuerza el brazo, a escondidas, para evitar que la sangre inunda mis mejillas. El dolor es lo suficientemente intenso como para que deba torcer mi labio en una mueca.

— ¿Y vosotras? —Ethan esta vez no me pregunta a mí, sino a Magenta

Warren todavía está mirándome y parpadea un par de veces cuando la atención de toda la mesa se centra en ella, como si tratara de concentrarse después de haber estado disociando durante un largo período de tiempo. «Así que yo también tengo ese poder e influencia sobre él, interesante» mi subconsciente sé que sonríe maliciosamente.

— No estaba prestando atención, lo siento —confiesa ella arqueando las cejas al tiempo que frunce los labios— ¿Qué decías?

Ethan parece un poco dolido. Me siento un poco culpable por ello porque normalmente suelo ser yo quién está en las nubes, no Magenta.

— Decía que si lleváis bien los exámenes que tendremos en una semana...

Meneo la cabeza en señal de desacuerdo. «Ya van dos veces en poco tiempo que me recuerdan que los exámenes están cerca.» Leo en el rostro de ella como hemos tenido el mismo pensamiento porque prolonga todavía más la mueca de desagrado.

— ¿Hacemos una quedada para estudiar? —sugiere Ethan— Me vendría bien, la verdad...

— No estaría mal —argumenta ella— ¿Pero dónde? En mi casa es imposible...

— La mía tampoco —se apresura él— Mi madre tiene media casa precintada con sus experimentos... Es un poco peligroso ahora mismo.

Entrecierro los ojos. «¿La madre de Ethan es una científica loca como el profesor Médula?» No lo veo tan descabellado teniendo en cuenta que el superpoder de su hijo es derretirse. Quizás su madre tiene algún don similar que le es útil para sus experimentos. Y es al pensar en su madre que inevitablemente se me enciende la bombilla.

— Se me ocurre un lugar —me adelanto antes de que otro más mencione su casa— Mi padre es bibliotecario...

Capto la atención de todos. Incluso Warren voltea de nuevo a verme aunque su mirada se concentra más bien en mi bandeja de plástico. «¿Ni siquiera me puede sostener la mirada después de guiñarle el ojo? Esto será más divertido de lo que pensaba.»

— Le puedo pedir que nos reserve un cubículo privado de los de la biblioteca —continúo fingiendo que no me he dado cuenta— ¿Sabéis a lo que me refiero?

Zack niega con la cabeza.

— Son como unos despachos, ¿no?

La voz de Warren es serena pero no puedo fijarme en ese tono oculto, como si se estuviera riendo por algo aunque tratara de disimularlo. «Parece que le gusta este jueguecito.»

— Si —asiento— ¿Habéis estado nunca en la biblioteca municipal?

— Si. —dicen al unísono los otros dos

— No. —Zack tuerce su labio— Frecuento otros sitios de mayor interés... para mí —intenta justificarse

Magenta pone los ojos en blanco antes de soltar un suspiro que no comprendo.

Rosas de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora