6. Tregua (L)

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Para la hora de la comida ya estoy mejor. La enfermera y el entrenador, los encargados de los que nos hemos visto más afectados por el desplazamiento, concluyen que es mejor que vaya a comer algo para reponer las fuerzas. También me recetan que beba mucha agua. No tengo hambre pero sí que necesito hidratarme.

El timbre anunciando el comienzo de la hora de la comida ha sonado hace algunos minutos atrás pero aún hay alumnos por el pasillo corriendo a la cafetería. Barajo la posibilidad de huir pero luego recuerdo que estoy en un instituto de superhéroes en donde flotamos a kilómetros de altura por entre el cielo, sin posibilidad alguna de poder hacer novillos. Papá y mamá tampoco están en casa a estas horas y no quiero molestarles haciendo que pierdan tiempo de su trabajo para venir a por mí.

Opto por ser una buena alumna y hacer lo que me han pedido: comer y beber. Así pues cuando abro las puertas de la cafetería, todavía hay un enorme revuelo en la zona de los postres, donde normalmente ya no suelen quedar a estas alturas. Cojo una de las pocas bandejas desgastadas que quedan y me sirvo una ensalada. Ensaladas siempre quedan muchas. Digamos que no es algo que apetezca de primeras si puedes elegir entre eso o un buen plato de pasta con alguna salsa riquísima primero. Contemplo las pocas opciones que quedan. Me sirvo una botella de agua y, en el último segundo, me añado otra más. Dudo que vaya a comer algo más pero entonces advierto que aún quedan dos panecillos en la cesta. Los añado rápidamente en mi bandeja antes que otro alumno se dé cuenta. La mujer de la zona de pastas y carnes contempla con desgana como avanzamos los últimos en llegar. Ya no queda nada para nosotros, puedo leerlo en su mirada.

Sigo queriendo huir a otros sitio que no sea ese. Deliberadamente he evitado hacer contacto visual con la mesa de Will, quién sé que ya me ha visto. Por suerte, sé perfectamente en qué sitio no va a molestarme ni acercarse. Encuentro a Warren sentado, cómo no, en la misma mesa de siempre. Sigue concentrado leyendo y hoy tampoco tiene bandeja de comida delante de él. Estoy empezando a cuestionarme si se alimenta realmente del miedo que genera a todo el mundo, como haría un auténtico villano. «¿Querrá ser un villano como su padre?». En el momento que este pensamiento cruza mi mente, me detengo a escasos metros de su mesa.

No he tenido en cuenta lo más obvio con todo este asunto de fingir ser novios y es que muy posiblemente esté simpatizando con un potencial villano el día de mañana. Warren se encarga activamente de que su imagen de tipo duro y antisocial siga perdurando a toda costa. «¿Qué estoy haciendo?» por primera vez soy yo la que tiene un ligero cosquilleo incómodo por acercarme a él. Está de espaldas a mí, «con suerte quizás ni siquiera se ha percatado de mi presencia». Pero justo entonces hace un movimiento con su brazo, dejándolo caer tras de sí, sacudiéndose. Puedo ver el sencillo tatuaje de unas llamas rojizas que le empiezan en la muñeca y se extienden ligeramente por el brazo hasta el codo, y recuerdo que ya lo he visto antes. En la Linterna China, cuando me lanzó el papel de la galleta de la suerte. «Alguien capaz de soltar una frase como esa es imposible que quiera hacer daño proactivamente», intento convencerme.

— ¿Layla? ¿Ya estás mejor? ¿Qué haces? Vamos, ven.

Magenta golpea suavemente mi bandeja al pasar, enarcando una ceja. Se me adelanta y se sienta en frente de Warren, quién al verla hunde dramáticamente su cabeza en el libro, resoplando también.

— ¿No hay mesas en primero? —sigue hablando con la cara tapada

Magenta se limita a sonreír sólo con la boca, manteniendo su cara de pocos amigos Dejo mi bandeja en el sitio que está al lado de ella, más alejada de Warren.

— ¿Estás mejor, Layla? —vuelve a insistir

Ambos se giran hacia mí y puedo notar como me ruborizo al instante por ser su centro de atención. Por suerte para mí, Ethan y Zach aparecen comentando algo animadamente y la atención de todos se desvía de nuevo, esta vez hacia ellos.

Rosas de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora