Capítulo 7: Contratos

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El sonido de los pasos hacían eco en la enorme habitación que estaba casi desierta, de no ser por las dos siluetas que estaban observando como una tercera se estaba moviendo de un lado a otro. Sus propios pensamientos lo molestaban, al igual que estaba frustrado por no poder lograr lo que deseaba cuando por fin había tomado valor.

—Entonces ve donde él está y vuelve a intentarlo —sugirió la chica de cabellos rosa amaranto. Sin embargo, las palabras no bastaron para que el rubio se detuviera. 

Una risa se escuchó del otro vampiro de cabellos plateados quien también lo estaba observando. En todo el tiempo que había convivido con Mika, nunca lo había visto tan molesto y frustrado como en ese preciso momento. Aunque también sabía que él estaba nervioso. 

—Que mala suerte —canturreó—. Llega tu momento de valentía y es interrumpido con humanos que llegan de repente. 

Mika se volteó para verlo de una forma nada amistosa. 

—¿No deberían hablar de otras cosas? —preguntó Mika. No quería decirles que sucedió, pero en cuanto llegó ambos se dieron cuenta de que estaba ocultando algo, y con ellos dos juntos contra él, tenía las de perder.

—Íbamos a hacerlo —sonrió Krul—. Hasta que llegaste con cara de asesino. En todo caso debiste besarlo rápido.

—La próxima vez, tráelo aquí, nadie te molestaría —dijo Ferid—. O al menos nadie hará ruido. 

—Es la primera vez que trabajan juntos en algo,  y es precisamente para esto —dijo refiriéndose a la forma de molestarlo sin parar.  

Krul se puso seria, la idea no le había gustado para nada. Así que dejó el tema de lado para poder enfocarse en su conversación inicial. La razón por la cual estaban en ese momento hablando entre ellos.

—¿Cómo están las cosas con los humanos, Mika? —preguntó la chica. Entonces todo se volvió más serio mientras el vampiro de cabellos dorados pensaba en su respuesta antes de contestarla.

—Están formando los planes, mientras también abren paso para poner lugares secretos en los lugares asediados de jinetes apocalípticos. 

—Ya era hora de que pusieran puntos claves. 

A la mente de Mika llegaron los recuerdos de lo ocurrido hace ya un tiempo, cuando se formaron los contratos entre los vampiros y los humanos para trabajar temporalmente juntos. Hasta el momento no tenía claro cuales eran las intenciones de Krul al dejarlo con los humanos. 

Existía un trato, una lista de nombres por parte de cada lado. Nombres para saber quien era quien, los aliados, y como iban a influir estos para que pudieran tener un mayor desarrollo. Pero cada uno tenía los planes por su parte, solo los compartían para que estuvieran unos y otros enterados de todo lo que estaba sucediendo. No existían secretos, o bueno, eso es lo que hacían creer unos a los otros, aunque todos lo sabían.

Entre los muchos puntos que habían planteado esa alianza —que fue formada por algunos fundadores y la familia Hiragi junto con la familia Ichinose— estaba la liberación de los niños que poseían para alimentarse. A cambio, los humanos ofrecían la sangre de otras maneras pacíficas. La población humana daba parte de su sangre como una muestra de pago y gratitud a su defensa y protección al Ejercito Demonio Imperial Japonés. 

Otros, era compartir parte de algunos secretos. Entre ellos el más guardado por ambas partes, el del serafín del final. Aunque este seguía siendo un secreto para todos, pero este era el principal conflicto y punto que estaba establecido en el trato. 

Entre muchos otros que Mika vio ese mismo día. Pero el que más le llamó la atención, cuando Krul pidió que él estuviera en un grupo con los humanos, para ser un «observador», aunque era una idea muy descabellada. Era una petición fácil de cumplir, aunque no la hicieron de buena gana, entró. Para se especifico, en el grupo de Shinoa, junto con Yuu.

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