Dopamina

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Una golpiza más es posada en el pómulo izquierdo de su compañero, siguiendo el ritmo bailarín de sus pies logra estabilizarse y dar un golpe más fuerte girando entre sus talones, logrando que su puño derecho choque en seco en la costilla de su rival, este escupe en seco sintiendo sus pulmones explotar de la falta de aire y el dolor que recorría su dorso. Trato de llevarle la contraria al rubio, pero no entendía como aquel novato podía ser tan rápido y tener tanta energía que jamás se cansaba.

Entre ahogos, logro poder ponerse a la defensiva. Iban ya en la sexta ronda, faltaban solo unos minutos para que terminara ese combate. No podía dejarse vencer, pero, esa mirada llena de intensidad lo debilitaba. Un joven, un niño le estaba ganando; y es que no había como quejarse, tenía años estando en aquel lugar clandestino de apuestas y no sentía esa emoción recorrer su estómago.

Tenía un buen presentimiento, aún así perdiera.

El señor, que le pasaba unos cuantos años al niño con el que peleaba logro seguirle el paso entre los saltos que daba para poder esquivar sus ataques. Un vaivén, un baile, una danza llena de entusiasmo. Estaba feliz.

El joven, al notar que este le había encontrado su estilo sonrió engreído. Sentía como su corazón saltaba contra su pecho, calentando su sangre y aquella agitación que tanto anhelaba antes de cada enfrentamiento.

Un digno oponente.

Entre uno y unos cuantos golpes más, ambos sentían el orgullo de pelear de verdad. El rubio, lo estaba disfrutando gastando su energía en sudor el cuál resbalaba de una forma tan cautivante entre su tersa y lisa piel bronceada, dejando que su cuerpo brille por completo en aquel escenario iluminando su futuro.

La gente ovacionada gritaba de la desesperación, el round estaba a nada de acabarse y las apuestas estaban a estallar. Unos segundos contaban más que mil vidas, mientras que los puños de los oponentes no se cansaban en lo absoluto proporcionando un golpe cada vez más doloroso por cada pisada con salto que daban, lo estaban dando todo en ese mismísimo momento.

¿Cómo no? Un loco apostó todo de su ser. Sonrió en grande al recordarlo, ¿Es qué era muy idiota? Sintió una vez un espasmo comenzar en su espalda hasta su pecho por la idea, produciendo que la dopamina de su cuerpo estallara en energía que recorría con rapidez por todo su cerebro creando su famosa adrenalina con la cuál despertó y acabó con el cansancio de su cuerpo, era su momento.

En un salto firme y un estiramiento de brazo izquierdo con su puño en total rigidez y fluidez estampó en aquel viejo rostro, dejando que el público se atragantara con el aire, aquel golpe fue tan limpio, tan perfecto y preciso que su oponente cayó al ring inconsciente.

Dejando a el público totalmente asustado.

El rubio, alzó su brazo mostrando su puño en alto y con una sonrisa se dirigió hacía su audiencia con una gigantesca sonrisa, aquella sonrisa engreída que muchos odiaban y otros alababan. El presentador gritaba como un loco, este momento era decisivo.

¿Cómo? ¿Cómo era posible que un novato diera un golpe tan limpio como para noquear a alguien?

Mientras que todos estaban celebrando sus apuestas, otros ahogándose en la miseria y otros incrédulos buscó con tranquilidad aquella melena verdosa por todos lados desde su posición, hasta que escuchó detrás suyo una voz ruidosa, volteo con lentitud su mirada escapando un poco de ese mundo de apuestas.

Y ahí estaba, sentado con las piernas cruzadas, en un sillón verde en la sala VIP. Mierda, ¿en qué momento? Rió con ironía dejando el ring para caminar directamente hacía el pecoso mientras con calma una quitándose los guantes y aventándolos en una mesa que reposaba enfrente suyo.

CLANDESTINO .ᐟ dkbkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora