Todo lo que Rias hasta ahora había visto de la cruel guerra que tenía marcado a este guerrero clase spartan, se trataba de un largo camino de dolor y sufrimiento. Siempre decían que la guerra de las facciones fue el conflicto bélico más sangirento y despiadado de todos. Lo era porque fue la única gran guerra que su mundo y demás reinos sobre naturales habían presenciado, a pesar de haber nacido mucho después de tales tiempos, la guerra de la especie humana contra la alianza covenant, sobre pasaba en gran medida a la guerra de las facciones.
-Nunca pensé que hubiese tal nivel de crueldad en una guerra -dijo Rías, quedándose atrás con sus dos compañeros cuando el recuerdo de Issei al llegar al sitio de evacuación en el Caribe aún corría.
A sus pies, junto a esa laguna detrás de los grandes edificios hoteleros, un varios cuerpos de marines y soldados de choque muertos, entre ellos. Uno que otro soldado covenant, pero lo que más le llamo la atención fue ver a un marine caído abrazando a una niña de tan solo cuatro años que tuvo el mismo desafortunado destino que el hombre que intento protegerla. A un par de pasos, una muñeca que la niña había tenido en sus brazos antes de morir. Rias se agachó, para llevar el juguete a manos de la niña.
-Esto va más allá de lo que ví en la guerra de facciones -dijo el dragón que la chica poseía en su interior.
Ninguno de sus dos compañeros sabían que decirle para que ya no se sintiera culpable. Raiser por su lado, podía ver cómo en el cielo, las naves de evacuación corrían a través del sendero de naves que decían ser escudos para el escape de los civiles.
La fuerza en la que repelían los cruceros de la UNSC, disparos pesados del covenant era todo un espectáculo que no podía disfrutar.
-Estaban condenados -comentó Gilgamesh sin mirar la batalla del escape de la humanidad, su mirada indiferente. Sabía que si la Sekiryuutei veía la expresión en su cara se molestaría. Quería su corazón no su furia -pero no recuerdo que los humanos lucharan tan decididos, por vivir, comúnmente luchaban por la vida de los dioses.
-Aprendieron que sus vidas valían tanto como las de un ser que nunca pensó en ellos -apareció la Gremory, parece que si los había escuchado.
-Cuanto mas debemos ver estos, molestos recuerdos -Raiser se hartaba de ver tanto dolor, no es que sintiera empatía por el humano, solamente era molestia por no comprender todo lo que vivió -has visto como caen, ¿no es lo que buscabas ver?
-Viste ese ser que contacto al spartan -dijo Rias interesada en ella, pero los dos varones no tenían el mismo interés -¿no tienen interés en ver que es eso?
-Podría ser cualquier cosa, quiero salir ya, en serio todo esto es fastidioso -exclamo Raiser pero entonces vio como la carmesí daba vuelta y se iba caminando -porque te empeñas en conocer su historia ¿Por qué tanto interés en conocer su pasado? -pensaba que lo único que buscaba Rias era terminar interactuando con mas profundidad con el humano, a pesar de ser su prometida tenia en claro que no tenia intensiones de enamorarse de él, aun así él quería que la terminara amando.
-Vaya que tienes mano para llevarla hacia ti -se burlo Gilgamesh -quieres tratar con una rosa cuando ni siquiera saber como cuidarla.
-¿Y supongo que tu si? -se cabreo con el comentario del supuesto dios.
-Yo puedo darle un trono con mas altura que el que tu puedas darle -dijo Gilgamesh mirando al phenex con burla en su cara.
-¡Oigan dejen de pelear y vengan! hombres tenían que ser -Rias tuvo que gritarles para que tuvieran que alcanzarla, cada que un recuerdo de una persona cambiaba o se movía, tenían que seguir moviéndose con la persona, pues se iba desmoronando el escenario previo para recrear el nuevo, y si se quedaban atrás corrían el riesgo de sufrir algún daño en su cerebro. Era con ello con lo que se conectaron para ingresar en las memorias del humano.
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The last stand
FanfictionEn medio de la poca paz que hay entre las distintas facciones mágicas, la así llamada raza humana que había desaparecido a milenios, volvió y con ellos, un enemigo que amenaza la existencia de todos los reinos mágicos. Y la única esperanza son los ú...