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Después de una deliciosa y reconfortante comida, Catra y Melog salían por fin del castillo guiados por Arán. Deiji había dado una dirección a su hermano en donde debería llevarla. Aunque para ella esto le traía ciertas sospechas, al menos un tiempo paseando por la ciudad le seria reconfortante.

Cruzaron el puente que conectaba el castillo con la ciudad. Catra iba caminando a paso lento junto a Melog, pero detrás de Arán quien mantenía un paso tranquilo con ambas manos en sus bolsillos mostrando calma. Catra agito sus orejas levemente, respiró profundo y exclamó:

—Oye, Arán.

—¿Sí? —contestó sin verla.

—Ya no tienes nada que ocultar, ¿podrías por fin decirnos que estabas ocultando todo este tiempo?

—¿De qué hablas? —exclamó agitando sus orejas.

—¿Por fin nos dirás que estabas haciendo en un planeta desolado aun cuando tú no eres un científico ni nada parecido?

Arán guardó silencio pensativo. Después de unos segundos respondió:

—Te lo diré cuando nos conozcamos mejor.

—¡¿Qué?! ¿En serio no me vas a decir nada?

—Bueno, es normal no confiar en alguien que apenas estas conociendo, ¿no crees?

—¿Aun si ustedes me secuestraron y me mantienen en este planeta hasta que vengan por mí? ¡ni siquiera sé si volverán por mí.

—Oye, a mí también me secuestraron y me llevaron a una nave desconocida. Pero créeme, cuando la confianza aumente entre nosotros, te lo diré. Te lo prometo —le sonrió.

Catra gruñó en contestación.

El resto del camino lo pasaron en silencio, hasta que Arán paro frente a un edificio no tan grande como los otros con una fachada humilde y unos cuantos faroles fuera que brindaban un aire tranquilo.

—Muy bien —Arán se dirigió a Catra—, es aquí. Volveré por ti en un rato.

—¿Qué? —le cuestionó Catra—, ¿no se supone que debes acompañarme durante mi estancia?

—Aquí no, Deiji me ordeno que es mejor que entres tu sola, de hecho, hay alguien esperándote dentro.

Catra frunció el ceño y volteó una vez más a ver el lugar. Bajo sus orejas, y antes de darse cuenta, Arán ya se había marchado. Catra suspiró con pesadez y se dirigió a tocar la puerta del establecimiento la cual se abrió automáticamente al detectar su presencia. Miró a Melog y entró con él a su lado. Al menos agradecía que tenía a su fiel compañero a su lado y no tendría que soportar todo ella sola.

Caminó por un corto pasillo el cual contenía fotografías de distintas personas, su sorpresa fue grande al ver como algunas de esas personas no tenían rasgo desherianos, algunos parecían tener escamas, otras alas y algunos unas orejas tan grandes, pero no felinas.

—Adelante.

Catra espabilo ante la voz que provenía de la habitación al final del pasillo, era femenina y se escuchaba amable. Tragó saliva y entró llegando a una habitación principal. 

La estancia estaba cubierta con madera de roble, el cual brindaba ese aroma rustico de madera que ella pudo percibir fácilmente, había también un sillón con cojines de color rosa pálido, así como una silla frente a este y ambos estaban sobre un tapete circular el cual tenía bordado un extraño símbolo, Catra lo reconoció como un símbolo mágico, sin embargo, era uno que jamás había visto en su vida. En el extremo derecho de la habitación, detrás de la silla, se encontraba una estantería de llena de cientos de libros de distintos colores y tamaños, así como también la habitación estaba repleta de varios decorados naturales y algunas varas de incienso. Catra supuso que este fácilmente podría ser un lugar de meditación, uno de los preferidos de Perfuma.

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