XV

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Adora, Bow y Glimmer se encontraban en la biblioteca de Luna brillante tratando de recopilar la mayor información útil posible. Para suerte del escuadrón, Micah se encontraba ayudando a los chicos.

—Y... díganme —menciono Micah mientras apilaba unos pergaminos sobre la mesa—, ¿cómo dijeron que eras esos seres que secuestraron a Catra?

—Son muy parecidos a Catra, papá —contestó Glimmer.

—Exacto: tienen orejas, colas, colmillos y ojos que brillan en la oscuridad —añadió Adora.

—Sin mencionar esas filosas garras, ya vieron lo que me hicieron —Glimmer apuntó a su pierna herida la cual ya se encontraba mucho mejor.

—Lo que te hizo el príncipe en realidad —dijo Bow.

—Al menos se lo perdono, pues es cierto que lo hizo para defenderse y después se disculpó —dijo Glimmer levantando los hombros.

—Hm..., colas, orejas, colmillos, garras... —dijo Micah levantando la mirada pensativo.

—¿Pasa algo, papá? —le cuestionó Glimmer al verlo en ese estado.

—No nada..., es solo que me recuerda a algo que ocurrió hace un tiempo.

El escuadrón detuvo sus actividades al escuchar las palabras de Micah.

—¡Pero bueno! —soltó una risa nerviosa—. Debo estar loco para contarles a jóvenes ocupados cuentos de hace ya algún tiempo.

—¿Estás seguro de que no pasa nada malo? —le volvió a cuestionar Glimmer.

—Sí, muy seguro. Sea como sea, lo mejor será apresurarnos, también deben revisar el trabajo que hagan las demás princesas, así que no se distraigan.

Adora no presto más atención y continuó con su trabajo revisando hojas y hojas de archivos del palacio, por otro lado, Bow y Glimmer se miraron extrañados al recibir ciertos comentarios de Micah para después continuar.

Los días y las noches pasaron. Los montones y montones de archivos no hacían más que aparecer; redactar la forma en la que los ciudadanos viven en un planeta con una historia antiquísima era muy agobiante. De vez en cuando, Castaspella aparecía con algunas bebidas y bocadillos, haciendo que todos aprovechaban para tomar un descanso, todos a excepción de Adora; ella no deseaba descansar hasta ver un gran avance de su trabajo. Bow y Glimmer trataban de separarla de los archivos por unos momentos, pero Adora siempre se negaba ante las solicitudes. Con el pasar de los días, claros signos de estrés comenzaban a hacerse presentes en ellas: sus ojos se veían cansados y de ellos comenzaron a brotar evidentes ojeras, así como su rostro comenzaba a verse más delgado.

Un día, Adora no pudo más desmoronándose sobre la pila de hojas. Castaspella se percató de esto, por lo que, usando su magia, la llevo cuidadosamente a su habitación.

—Ugh... —exclamó Adora al recibir rayos de luz sobre sus ojos—. ¿Qué?

Adora se levantó de inmediato alterada al no recordar lo que había pasado.

—Tranquila —le dijo Glimmer mientras le sostenía sus manos a Adora para calmarla—, no pasa nada.

Adora miró a su alrededor y se percató de que estaba en su habitación sobre su cama y Glimmer se encontraba sentada al lado de esta cuidándola.

—Glimmer —contestó con alteración—. ¿Qué hago aquí? Todavía tengo muchas cosas que redactar.

—No te vas a levantar de esta cama, ¿entendiste?

—No, Glimmer, por favor, aún tengo mucho trabajo.

Adora intentó pararse, pero fue detenida por la magia de Glimmer paralizándola.

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