Tiempo en familia cap 3

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El hombre de cabellera oscura y porte atlético levantaba en brazos a su hija con cuidado, haciéndola girar suavemente en un pequeño juego en el patio de su acogedora casa. La niña, una adorable Omega de mejillas sonrojadas y rizos rojos, reía con entusiasmo mientras su padre la hacía volar por los aires. Desde la puerta, el Omega de ojos cálidos y sonrisa gentil observaba la escena con ternura.

-¡Muy bien, Ana, ya es suficiente! Si sigues así, a papá le dolerá la espalda más tarde- gritó con tono cariñoso. El Alpha detuvo el juego, mirando a su pareja con una sonrisa.

-¡Aww, sólo un rato más!- se quejó la pequeña Ana, haciendo un leve puchero mientras bajaba de los brazos de su padre, cruzándose de brazos con un gesto de disgusto infantil.

Stan, le dedicó una mirada comprensiva a su hija y se acercó para acariciar con ternura los suaves rizos rojos. -Tranquila, An, ya habrá más tiempo para jugar después-
le dijo con voz suave, logrando que la niña asintiera, aunque aún manteniendo su expresión entre frustrada y resignada.

Aún de pie en la puerta del patio trasero, el Omega preguntó -¿Y dónde está Isaac?- dijo sin ver su hijo mayor por ningún lado. El Alfa se estiró, haciendo crujir algunos de sus huesos, antes de mirar a su pareja. -No te preocupes, lo mandé por unas cosas a la tienda. Volverá en unos 15 minutos- dijo el alfa, acercándose para pasar su brazo por la cintura del menor.

El Omega se acomodó, dejando caer su cabeza sobre el hombro de su pareja, y ambos miraban con una sonrisa cómo su hija jugaba con su perro Beili. El Alfa se rió entre dientes al recordar el por qué su hija le había puesto ese nombre, haciendo referencia a la película favorita de la pequeña.

-¿Qué? ¿Qué es tan gracioso?- se separó por un momento del Omega, mirando a su esposo con media sonrisa, claramente curioso por saber qué es lo que había hecho reír a su pareja.

-Nada, sólo recordé algo, no te preocupes- respondió el Alfa, acercándose nuevamente para darle un beso cariñoso a su pareja. Sin embargo, justo en el momento en que sus labios iban a encontrarse, fueron interrumpidos por un fuerte olor a quemado que provenía desde la cocina.

Fue entonces cuando su hija, aún aferrada al pequeño perro Beili que movía la cola felizmente, ignorante de todo, señaló en dirección a la cocina, alertando a sus padres sobre el posible problema.

El Omega y el Alfa intercambiaron una mirada preocupada, soltándose del abrazo para apresurarse hacia la cocina y averiguar qué era lo que estaba ocurriendo. Claramente, algo se había quemado y debían atender la situación de inmediato.

Rápidamente, el Omega y el Alfa se separaron del abrazo y salieron corriendo hacia la cocina, preocupados por el olor a quemado y la alerta de su hija. Al llegar, se encontraron con que el guiso que el Omega había estado preparando minutos antes se había desbordado y quemado en la estufa.

Las llamas lamían los lados de la olla, llenando la cocina con un espeso humo gris que les dificultaba la respiración. Trozos de verdura carbonizada flotaban en el líquido negruzco que se derramaba por los bordes de la olla, dejando un desastre en la superficie de la cocina.

Rápidamente, Stan tomó un trapo húmedo y comenzó a apagar las llamas, mientras que Kyle abría las ventanas para ventilar el lugar y evitar que el humo se propagara por toda la casa. La pequeña Ana, asustada por el olor y el ruido, se mantenía aferrada a Beili, el perro, quien parecía inquieto ante la situación.

Una vez que lograron controlar el incendio, el Omega mayor se apresuró a limpiar el desastre, frunciendo el ceño con preocupación. -Creí que había apagado la estufa antes de salir- murmuró, sintiéndose culpable por haber olvidado ese importante detalle.

Otra vida(style Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora