Una nueva aliada

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-¿MADISON ERES TÚ?- preguntó la voz radiofónica sacándome de mis pensamientos y haciendo que se me erizara la piel.

Cubrí mi boca para acallar mis sollozos y contuve la respiración. Me quede inmóvil oculta en el cruce del pasillo solo para ver con horror esa sombra en la pared que tenía en frente, Alastor estaba entrando al pasillo más corto que conectaba la habitación con este pasillo, si seguía caminando llegaría a la curva en cuya esquina me encontraba escondida.

-¿HAY ALGUIEN ALLÍ?- pregunto de nuevo.

Mis manos temblaban mientras cubría mis labios, la sombra se hacía más grande, y los pasos se oían más y más cerca.

Sentí una lágrima correr por mi mejilla, ya estaba resignándome a mi final cuando de pronto los pasos se detuvieron. Luego se reanudaron pero en la dirección contraria, el ruido de pasos se alejó, de regreso a la habitación.

- Muy bien, ¿en que estábamos?- continuó el demonio con ironía dirigiéndose al demonio encadenado- Ah ya recordé. Tienes una valiosa lección que aprender mi querido Zandal, pero me temo que no sobrevivirás para ponerla en práctica.

Los chasquidos húmedos y los gritos se reanudaron, entremezclados con la risa maniaca del demonio.

Aproveché el momento para huir a toda prisa fuera del pasillo, cerré bien la puerta y continué sin detenerme hasta llegar a mi habitacion. Cerré la manilla con mi mano temblorosa y me senté con dificultad en la cama mirando a la nada, finalmente el llanto escurrió libremente por mis mejillas.

Acababa de presenciar la cosa más horrible del mundo, y lo peor es que el responsable de todo ese dolor y sufrimiento era nada más y nada menos que mi demonio captor.

Que tonta había sido... firmé un trato con un cruel y despiadado demonio, que solo intentó engatusarme con comida y encantos para manipularme y tenerme controlada, como si fuera un maldito animal. Ahora estaba segura de que Alastor era un completo mounstruo. Me aborrecí a mi misma por haberme distraído de mi propósito y mi plan inicial que era escapar de aquí.

Llore desconsoladamente... era cuestión de tiempo para que Alastor me hiciera algo similar o peor a lo que presencié en ese horrible lugar. No sabía cómo escapar, y Alastor parecía ser muy poderoso como para enfrentarme a él, esta casa no tenía llave, y aunque lograra salir, a donde mierda se supone que iría?, lo más probable es que terminara en las garras de algún demonio peor que el.

Empecé a perder las esperanzas... quizá mi destino era morir en esta casa, me odie a mi misma por no poder pensar en algo mejor, caminé hasta un cajón y de un compartimiento escondido en este saque un cuchillo de cocina. Me senté en la cama y lo miré entre lágrimas, llena de miedo.

Si esto no funcionaba debería atenerme a las consecuencias, pero si funcionaba, si realmente funcionaba, si realmente existía una segunda muerte aquí en el infierno, podría desaparecer de la existencia y quizás así, podría librarme de esta horrible maldición que me condenaba, si esta seria la forma en que tendría que vivir, prefería morir. Mi mano con el cuchillo temblaba vacilante, mientras mis lagrimas goteaban en mis piernas.

- ¿Por que lloras?

Sobresaltada me puse de pie dejando caer el cuchillo al suelo y me di la vuelta hacia la cama para ver quien me había hablado. Mi sorpresa fue grande cuando vi a una criaturita familiar.

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