¿Estoy a Salvo?

117 9 7
                                    

═════════≪ •❈• ≫ ═════════

Mientras miraba el techo, recostada en la cama, podía sentir la tenue luz roja colándose por la ventana. Aún estaba adormilada y tenía frío, después de todo este cuarto era el más helado de la casa. Con fastidio me revolví en las sábanas hasta quedar boca abajo, y enterré por última vez mi cabeza en la almohada.

Respiré  hondo y tomé fuerzas para finalmente levantarme de la cama. Caminé hasta la ventana, y mientras me desperezaba, observé a travez del cristal las calles del infierno y a los demonios que transitaban por estas. Pero aún faltaba algo para que el día iniciara oficialmente, algo crucial, y ocurriría de seguro en tres...dos... uno....

Al instante vi a lo lejos a dos demonios discutiendo afuera, a unos 6 metros de la ventana. Uno de estos sacó  una daga de su mochila y acuchilló al otro en el estómago, haciendo que cayera de rodillas frente a el, el demonio herido miró el cuchillo en su abdomen antes de observar a su atacante en trance a medida que se desangraba por la boca, y maldijo antes de caer de cara al suelo, sin vida.  El otro demonio retiró el cuchillo y se alejó de allí sin mirar atrás.

Sip, finalmente el día había comenzado. Nada como un buen asesinato para empezar la mañana ¿no?. Ya tenía una semana de haber llegado aquí al infierno y empezaba a acostumbrarme a esto, aunque tenía que admitir que enserio era una mierda.

Me alejé de la ventana y me senté en la mesa. Era obvio que el demonio responsable de mi cautiverio no era un ser común y corriente. Sospechaba que tenía ciertas habilidades, y estaba en lo correcto. Tomé la lista que había estado escribiendo y la leí en voz baja.

1) Teletransportación
2) Aparición de objetos a voluntad
3) Fuerza sobre humana
4) Levitación de objetos

Hice una pausa y memoria sobre las últimas cosas que había visto hacer a Alastor en los últimos días, qué otros poderes había visto en el, rápidamente tomé un bolígrafo y anoté.

5) Sombras espectrales

Y es que justo ayer mientras limpiaba el estudio de cierto demonio, había visto que su sombra... tenía vida propia, y no era una sombra adorable como la de Peter Pan, oh no, está era una sombra macabra, que me miró directo a los ojos, sacándome un grito de horror mientras dejaba caer la escoba al suelo.

El demonio que estaba leyendo un periódico en ese momento alzó la vista y me miró desconcertado, al ver el pánico en mi rostro se giró para ver su sombra, carcajeó con suavidad antes de girar su vista de nuevo hacia mi.

- No te preocupes querida- fueron sus únicas palabras antes de retomar su lectura.

¿Que no me preocupara?, si que estaba loco. Definitivamente un poder así debía estar en mi lista.

Doblé el papel y lo escondí debajo de mi almohada, pues no podía darme el lujo de que el demonio descubriera que había estado memorizando todo su horario  y haciendo además una lista de sus poderes con la esperanza de encontrar una posible debilidad suya algún día. Por ahora tenía que hacerle creer que su amenaza había disuadido en mi toda esperanza de escape.

Tendí la cama con cuidado asegurándome bien de que no se viera el papel y salí sigilosamente de la habitación. Como ya era costumbre abrí la puerta de enfrente que daba al baño. Me desnudé y abrí el agua caliente, mientras se llenaba me miré un poco en el espejo.

Quizá me estaba acostumbrando a las cosas aquí, pero eso no incluía ver mi reflejo en forma demoniaca. Mis dientes eran puntiagudos y muy afilados, y el iris de mis ojos era rojo  como la sangre. La primera vez que me miré al espejo, solté un alarido de horror, mi aspecto demoniaco era algo nuevo a lo que debería acostumbrarme, y que mejor forma que mirarme todos los días en el espejo para recordarme como las consecuencias de mis pecados me habían traído a este nefasto lugar. Por suerte nada más en mi parecía haber cambiado además de mis colmillos y ojos, el resto de mi aun lucía igual a mi antigua forma humana, mi pelo seguía siendo largo y rojo, mi piel era pálida y mis facciones y complexión eran las mismas. Me consideré afortunada ya que por lo que había podido observar en estos días a travez de las ventanas que daban al exterior de la casa, los demonios del infierno tenían aspectos horripilantes en su mayoría, temibles, espantosos, repugnantes y desproporcionados; así que a pesar de ser una demonio ahora, podía considerarme bastante agraciada. Aún así odiaba mirar mi reflejo demoniaco.

Secuestrada por el Demonio de la Radio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora