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El olor a hogar, el olor a la felicidad de volver y, esta vez, poder ser completamente libres. Remus iba agarrándole con fuerza la mano, para no perderlo en la multitud de fans.

Subieron al auto, tardaron una hora y, a penas cerraron las puertas, James le sonreía al celular. Todos asumieron que estaba en twitter. Aunque Remus conocía a su primo, estaba hablando con Regulus Black.

—Chicos, hoy ceno con Dorcas. —aviso Marlene. —¿Mañana ensayamos al medio día?

Los últimos conciertos se darían ahí, en su país, a si que los ensayos eran fundamentales. Querían que la gira fuera perfecta.

—¿Te vas a chichar a nuestra nueva manager? —Marlene le mostró el dedo medio a Sirius, provocando la risa de este.

Poco a poco, los dejaron en sus respectivos hogares, finalmente, en el auto quedaron solo James y Remus, quienes más lejos vivían del aeropuerto.

—James.

Levantó la vista para mirar a su primo, quién le sonrió levemente.

—¿Que pasa Moony?

—Nada, hace mucho no conversamos vos y yo, primito.

James lo miró con sospecha, pero asintió lentamente.

—¿Que tipo de chisme querés?

Remus soltó una carcajada a la que su primo se unió. Pronto volvían a la adolescencia donde reían en medio de la madrugada.

—Vos y Regulus.

—Yo y Regulus... —Pareció pensar unos segundos, buscando las palabras. —Él me gusta, hace mucho, estamos en algo pero no quiero decirle a nadie, todavía.

—Te entiendo.

—Es que... es el pibe de mis sueños, Rem. Me calma de una forma que nadie me había calmado antes.

A James le brillaban los ojos como dos soles, Remus sonrió. Así de pasaron el resto del viaje, los ojos de James hacían de linterna en la oscuridad de la camioneta.

Cuando entró a su casa llamó a su mamá. El reloj marcaba las once, era temprano todavía.

—¡Remi! —La voz de Hope sonaba cansada pero alegre.

—Hola, mami, ¿Cómo andas?

Bien, hijo ¿Ya llegaste?

—Si, para eso te llamaba ¿Querés venir a cenar? O voy yo, te extrañé, mami.

Ya estoy yendo, mi amor ¿Llevo pizza?

—Dale, yo compro el helado entonces.

Veinte minutos después, Hope estaba en la casa de su hijo, abrazándolo como si acabara de volver de la guerra y no de una gira haciendo lo que ama con gente que ama.

—Ay mi nene. —La tonada cordobesa atacó los oídos de Remus, haciéndolo sentir en casa. Haciéndolo sentir como esos domingos donde su mamá no trabajaba y se sentaba a ver una película con él.

—Hola, mami, te extrañé. —dijo hundiéndose en el abrazo.

Se quedaron toda la madrugada charlando y viendo películas, como cuando Remus tenía a penas 10 años y su padre ya no estaba en casa. Poco a poco se durmieron, los despertó a la mañana siguiente la voz de Lily Evans acompañada de golpes en la puerta.

—¡Remus Jhon! —chilló del otro lado de la puerta. —¡Me debes un desayuno!

Fue Hope quien se levantó y le abrió la puerta a la colorada.

Singer. wolfstar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora